La víctima era sentada en un taburete atado a un brazo móvil al pie de un río o estanque, en el que se le sumergía durante varios minutos y en repetidas ocasiones.
El "taburete del pato" fue utilizado en América para las brujas, y en Gran Bretaña para castigar a pequeños criminales y prostitutas.
En un juicio de calvario, las supuestas brujas eran sumergidas en un tanque de agua o un pozo, y luego las sacaban después de un tiempo, dándole permiso para confesarse. Si confesaba, era asesinada. Si no confesaba, la volvían a sumergir. Este proceso usualmente se repetía hasta que la víctima se ahogaba o se rendía y se dejaba ejecutar de otra forma
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