martes, 30 de noviembre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO


La construcción del templo se terminó el año de 1900  y junto a él se encontraba el convento de Terciarias Franciscanas, el cual atendía a mujeres, huérfanos y ancianos.
El templo luce un porte esbelto y agradable, de austero estilo gótico que se manifiesta en la puerta de acceso y ventanas laterales de arcos apuntados y en la graciosa torrecilla labrada toda en cantera, así como en el techo de dos aguas. Las pilastras y altares de la nave son de cantera, mientras que el retablo del altar mayor es de metal dorado, y su figura, imitación de una puerta lateral de la catedral de Colonia, Alemania, en cuyo centro aparece, la imagen de la Virgen del Refugio, pintada al óleo, la misma que se colocó en la primera capilla hacia el año de 1889.
En 1973, desaparecieron la calle Moro y Escobedo, junto a cientos de casas, para dar paso a la naciente Avenida Federalismo, en la cual comienza a construirse el túnel que albergará al Tren ligero; sin embargo, se presentó un problema: el templo de Nuestra Señora del Refugio estorbaba, por lo que se planeó derribarlo para construir ahí la estación. Los feligreses impidieron su demolición, por lo que la estación fue ubicada unos metros adelante del templo, quedándose éste en el camellón, al centro de la avenida.

lunes, 29 de noviembre de 2010

DE CITAS Y FRASES CÉLEBRES (VII)

"Temo a un solo enemigo que se llama yo mismo."
Giovanni Papini

"Advirtió que al fin se explicaba por qué era tan desalentadora aquella vida, en la que cada camino resultaba una improvisación y había que gastar la mayor parte del tiempo en vigilar cada paso que uno daba"
William Golding

"Pero sólo las malas pasiones del corazón humano parecen ser lo bastante fuertes para dejar una huella persistente; las buenas son siempre demasiado tibias"
Algernon Blackwood

"El infierno es el paraíso visto desde la otra parte".
Umberto Eco

"Uno tiene que vivir sin dejar huella de su vida".
J. M. Coetzee

domingo, 28 de noviembre de 2010

NOVELA VS. CUENTO

A lo largo de estos años como docente me he dado cuenta de un error habitual que cometen los alumnos en el campo de la apreciación literaria: la mayoría de ellos plantean que la diferencia entre cuento y novela es que el primero es más fantasioso mientras que el segundo se apega a la realidad.
Si esto fuera cierto, entonces deberíamos considerar a Drácula, de Bram Stoker, o La máquina del tiempo, de H. G. Wells, como cuentos y no como novelas, pues la existencia de seres fantásticos y adelantos tecnológicos de ese nivel no encuentran parangón en el mundo real. ¿Y que hay de El señor de los anillos, de Tolkien, o la saga Harry Potter, de J. K. Rowling? El quinto libro del niño mago abarca más de novecientas páginas y la obra de culto de Tolkien (la cual fue concebida como un sólo libro y no como tres) es un texto de más de mil doscientas páginas. Ninguno de ellos puede ser considerado como cuento.
Procurando zanjar esta situación, me avocaré a explicar algunas de las diferencias más importantes entre ambos subgéneros narrativos:
o
1. El cuento normalmente es más corto que la novela. Si bien es cierto que textos como "La autopista del sur", de Julio Cortázar son de mayor extensión que ciertas novelas, como Aura, de Carlos Fuentes, o El apando, de José Revueltas, lo cierto es que la mayoría de los cuentos son breves y apenas abarcan unas cuantas páginas o incluso algunas líneas (como los microcuentos, siendo el más famoso de ellos "El dinosaurio", de Augusto Monterroso). Por otra parte, las novelas pueden llegar a abarcar las mil páginas, como ocurre con Los miserables, de Víctor Hugo, La guerra y la paz, de Lev Tolstoi, o Apocalipsis, de Stephen King.

2. La novela posee más personajes que el cuento. Aunque, ciertamente, una novela puede tener apenas un par de personajes, lo cierto es que habitualmente nos muestra una gran variedad de individuos que pululan entre las páginas (por ejemplo, los más de ochenta personajes que aparecen en Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez o la treintena de protagonistas de Contrapunto, de Aldous Huxley). Por el contrario, un cuento por lo general tiene de sólo unos cuantos personajes).

3. El cuento maneja una sola historia mientras que la novela puede emplear varias. Debido a su brevedad y al número tan pequeño de personajes que intervienen, el cuento normalmente trata un solo asunto. En cambio, de la novela pueden llegar a desprenderse varias narraciones o subtramas que enriquecen la historia o corren de forma paralela a ella. Por ejemplo, están las numerosas historias que se le cuentan al protagonista de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami, y que muchas veces son completamente independientes de los sucesos vividos por el protagonista de la novela; esto también se observa mucho en la primera gran novela de la Historia de la literatura, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Cervantes.

4. El cuento es más narrativo, la novela es más descriptiva. El cuento es breve, por lo tanto, lo importante en él son las acciones narradas; el entorno o los personajes son descritos brevemente, pues lo importante es que el relato no pierda ritmo. Por otro lado, la extensión de la novela permite que el autor se detenga a describir con profundidad todo lo que considere apropiado: así, por ejemplo, están las amplias y exquisitas descripciones que Marcel Proust empleó en En busca del tiempo perdido o el describir extenso y aburrido que utiliza Herta Müller en sus novelas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

GIALLO


El Cine Giallo es un subgénero cinematográfico de origen italiano, derivado del thriller y del cine de terror. Su nombre se debe a que estas películas están basadas en novelas sensacionalistas que tratan de asesinos en serie y cuya cubierta es de color amarillo (que, en italiano, se pronuncia "Giallo"). Este tipo de cintas fue iniciado por Mario Bava con la película La muchacha que sabía demasiado (1963).
En el Giallo, el papel protagonista lo asume un personaje civil que se ve envuelto de forma casual en el primer asesinato. A partir de ese punto, su vida se torna en un viaje obsesivo por atrapar al criminal.
El asesino tiene una presencia casi invisible: entre sombras, cubierto casi completamente por su ropa (y sin mostrar nunca el rostro) y a través del uso del plano subjetivo o en primera persona. Esta técnica hace más real la agresión, consigue un mayor impacto para el público al momento de las escenas violentas. Esto generó mucha polémica, pues las víctimas (casi siempre mujeres hermosas) eran asesinadas de forma brutal, con objetos punzocortantes (cuchillos, hachas, pedazos de cristal roto), lo que sugería cierto grado de misoginia.


Los asesinatos son mostrados en largas secuencias, a través de un complejo montaje y mostrando sangre en forma excesiva. La víctima en este tipo de filmes no muere rápidos, sino que es apuñalada o mutilada en numerosas ocasiones.
El giallo introduce normalmente motivos psicológicos, mostrando la locura y la paranoia del asesino. En muchas ocasiones, el asesino es producto de una experiencia traumática en la infancia, lo que motiva los asesinatos que fungen más como una especie de ritual que como un crimen.
Los directores más notables que trabajaron en el género eran Dario Argento, Mario Bava, Lucio Fulci, Aldo Lado, Sergio Martino, Umberto Lenzi, y Pupi Avati. Algunos títulos representativos del Giallo son: Cinco muñecas para la luna de agosto (Mario Bava, 1970), Un hacha para la luna de miel (Mario Bava, 1970), Angustia de silencio (Lucio Fulci, 1972), Siete notas en negro (Lucio Fulci, 1977), Ópera (Darío Argento, 1987), Giallo (Darío Argento, 2009).

viernes, 26 de noviembre de 2010

DE ASESINOS SERIALES: ERZSÉBET BÁTHORY (1560-1614)


Nacida en 1560 en el seno de una poderosa familia de la aristocracia centroeuropea (su tío era rey de Polonia), Erzsébet ha pasado a la historia con los sobrenombres de "La alimaña de Csejthe" y "La condesa sangrienta". Ella mezclaba sus pasiones lésbicas con la excitación por la crueldad y la muerte. Mujer culta e interesada por el esoterismo, su obsesión era conseguir la sangre necesaria para perpetuar su belleza y juventud.
Recluida por voluntad propia en el castillo de Csejthe (uno de los regalos de bodas de su esposo, Ferencné Nádasny, imponente fortaleza cuyas ruinas todavía hoy se alzan en lo alto de los Cárpatos), Erzsébet Báthory reclutaba a sus víctimas entre las muchachas del lugar bajo falsas promesas de trabajo. Una vez en el castillo, las jóvenes terminaban en los sótanos del castillo, donde eran azotadas y desangradas. A continuación, la condesa se bañaba en su sangre y ordenaba a sus sirvientas que le lamieran la piel; si éstas no mostraban asco, las recompensaba, pero si expresaban cualquier asomo de repugnancia, las martirizaba hasta morir.
Muy pronto, en el condado empezaron los rumores de que el castillo estaba maldito y que en él habitaban vampiros. Las sospechas llegaron a oído del rey de Hungría, Matías II, quien en 1610 envió un destacamento bajo las órdenes del propio primo de Erzsébet, Gyorgy Thruso, a investigar la denuncia. Los soldados, horrorizados, localizaron a varias víctimas torturadas, pero aún con vida. También hallaron un intrincado sistema de canalización que permitía que la sangre de las muchachas llegara hasta la bañera de la condesa. Báthory llegó a asesinar a unas 650 doncellas.
Fue juzgada por un tribunal de la Inquisición y condenada a ser emparedada viva en sus aposentos de Csejthe, donde a través de una pequeña ranura le pasaban los desperdicios de la comida y algo de agua. Tras cuatro años de encierro, sin haber pronunciado una sola palabra durante todo ese período, un día decidió no comer más y, a la edad de 54 años, en 1614, falleció.

jueves, 25 de noviembre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: TABURETE DE SUMERSIÓN


La víctima era sentada en un taburete atado a un brazo móvil al pie de un río o estanque, en el que se le sumergía durante varios minutos y en repetidas ocasiones. 
El "taburete del pato" fue utilizado en América para las brujas, y en Gran Bretaña para castigar a pequeños criminales y prostitutas.
 En un juicio de calvario, las supuestas brujas eran sumergidas en un tanque de agua o un pozo, y luego las sacaban después de un tiempo, dándole permiso para confesarse. Si confesaba, era asesinada. Si no confesaba, la volvían a sumergir. Este proceso usualmente se repetía hasta que la víctima se ahogaba o se rendía y se dejaba ejecutar de otra forma

miércoles, 24 de noviembre de 2010

DEMONOLOGÍA (V): ASMODEUS


Es un demonio destructor, al cual se le considera el superintendente de las casas de juego. Siembra la disipacion y el terror para debilitar con mayor facilidad a los humanos. Tambien se le llama Chammaday o Sydonay, nombre de un rey fuerte y poderoso que tiene tres cabezas: la primera parecida a la de un toro, la segunda a la de un hombre y la tercera a la de un cordero. Se le representa con cola de serpiente, patas de ganso y despidiendo por la boca un surtidor de llamas.
En el Libro de Tobit, Asmodeus se enamora de Sara, hija de Raquel, y cada vez que aquélla contrae matrimonio, mata al marido durante la noche de bodas. El demonio llega a matar a siete hombres, impidiendo que consumen el matrimonio. Más tarde, Sara se promete a un joven llamado Tobías, hijo de Tobit. Éste recibe la ayuda del arcángel Rafael, el cual le enseña cómo librarse del demonio: Tobías coge un pez y le arranca el corazón, los riñones y el hígado, colocándolos sobre brasas. Asmodeus no puede soportar los vapores así desprendidos, y huye a Egipto, en donde Rafael le encadena. No se sabe más de la suerte que corre este demonio, pero se lo presenta como símbolo del deseo carnal. Esto explica que en la Edad Media, cuando se quería asociar los 7 pecados capitales con sus "demonios responsables", se le señaló como el demonio de la lujuria.
En el Talmud, se relata que el rey Salomón llegó a atrapar al demonio y le obligó a construir el Templo de Jerusalén. En otra leyenda, Asmodeus y Salomón intercambiaron lugares
También se cuenta que tras su caída se emparejó con Lilith, la primera mujer de Adán y con ella engendró miles de demonios.
En ocasiones se atribuye a Asmodeo la paternidad del mago Merlín.

martes, 23 de noviembre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: JARDÍN DE GUADALAJARA Y ESPAÑA


UBICACIÓN: :Morelos y Belén, Colonia Centro.

En este punto fue fundada Guadalajara oficialmente en 1542, situándose aquí las primeras oficinas municipales de la Ciudad frente al templo y exconvento de San Agustín.
En el jardín se encuentra un cuadro en relieve de metal, honrando a Iñigo López de Mendoza, un aristócrata español y literato del siglo XV con la siguiente inscripción: "La ciudad de Guadalajara de México a Don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, insigne estadista, clásico de las letras castellanas y preclaro hijo de Guadalajara de España". También se encuentra un mosaico representando la tumba de un caballero español. En ambos casos no se conoce la razón del porqué están honrados ambos personajes en este jardín.
A un costado de la Iglesia se encuentra un edificio que en el siglo XVI fue un monasterio y actualmente es la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara. Una vez a la semana, en período de clases, los estudiantes dan conciertos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

COMPLEJO DE EDIPO


Según la Teoría Psicoanalítica de Sigmund Freud, el complejo de Edipo designa una etapa del desarrollo sexual, entre los 3 y 5 años, que es revivido nuevamente durante la pubertad.
Este complejo toma su nombre del personaje Edipo, protagonista de la tragedia Edipo rey, escrita por el dramaturgo griego Sófocles. En ella, se cuenta que, al nacer Edipo, el Oráculo de Delfos auguró a su padre, el rey Layo, que el niño crecería para matar a su padre y desposarse con su madre. Queriendo evitar el destino, Layo mandó matar recién nacido. Pero el verdugo, en lugar de matarlo, lo abandonó en un monte. Un pastor halló al bebé y lo entregó a los reyes de Corinto, quienes se encargaron de su crianza.
Cuando Edipo llegó a la adolescencia comenzó a sospechar que no era hijo de estos reyes, por lo que consultó al Oráculo de Delfos, el cual repitió la profecía que Layo había escuchado años atrás. Edipo, creyendo que sus padres eran los que lo habían criado, decidió alejarse para huir de su destino.
Lamentablemente, en su viaje hacia Tebas se encuentra con Layo en una encrucijada, discute con él por la preferencia de paso y lo mata sin saber que era su verdadero padre.
Después de pasar una prueba muy difícil, en la que vence y mata a la Esfinge, Edipo es nombrado rey y se casa con la viuda de Layo, Yocasta, su verdadera madre, cumpliendo así con la profecía. Juntos engendran cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. 
Años después, una epidemia azota a Tebas por lo que Edipo recurre al Oráculo, el cual dictamina que el azote que la ciudad está sufriendo no parará hasta que se descubra al asesino del anterior rey. Empeñado en salvar a su pueblo, Edipo comienza a buscar la verdad... hasta que la encuentra. Al enterarse Yocasta que se ha casado con su propio hijo, se suicida. Edipo se quita los ojos con los broches de su vestido, abandona el trono y huye.
Sigmund Freud se inspiró en esta tragedia griega para explicar la tendencia amorosa de los varones hacia la madre y los celos, en conflicto con el afecto, hacia el padre y la misma tendencia en las mujeres con sus progenitores, en forma opuesta. No obstante, Freud reconoció que en las niñas el Complejo de Edipo no es simétrico al del niño, debido a la estructura de la relación de ambos bebés con la madre antes de los tres años.
El Complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano.

domingo, 21 de noviembre de 2010

DE COINCIDENCIAS LINGÜÍSTICAS

Nuestro idioma se nutre principalmente del griego y el latín, aunque por supuesto existen elementos de otras lenguas que han contribuido en el enriquecimiento del español: francés, inglés, árabe, lenguas autóctonas de la península ibérica (anteriores a la llegada de los romanos) y, por supuesto, las lenguas pertenecientes a los pueblos prehspánicos.
Curiosamente, a veces llegan a darse ciertas coincidencias en cuanto a los significados de un término (o, como en este caso, un prefijo) en dos idiomas distintos. Esto llega a ser habitual en las lenguas romance, es decir, las provenientes del latín (español, francés, italiano, portugués) porque ellas provienen de un tronco común: el idioma empleado por los habitantes de la antigua Roma.
Sin embargo, existe una coincidencia peculiar entre el español y el náhuatl: se trata del prefijo "teo". En ambos idiomas se emplea como "Dios". Por ejemplo, en nuestra lengua existen términos como "teocracia" (gobierno de Dios) o "teología" (el estudio de Dios); por otra parte, en el náhuatl se encuentran "Teotihuacan" (ciudad de los dioses) y "Tehuacan" o "Teoacan" (lugar de los dioses).

sábado, 20 de noviembre de 2010

DIEZ DATOS CURIOSOS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA


1. Aunque la historia oficial ha presentado a Emiliano Zapata como un indio pobre que se levantó en armas, lo cierto es que era un pequeño propietario, dueño de un pedazo de tierra para cultivar. Tenía buenos caballos e incluso, en una ocasión, los ingresos que ganó por una buena cosecha de sandías los empleó para comprarse una botonadura de plata para su traje charro.

2. La toma de Ciudad Juárez durante la revolución Constitucionalista en 1913 le dio fama internacional a Villa porque fue comparada con la epopeya mítica del Caballo de Troya. El Centauro interceptó un convoy de las tropas federales que se dirigía hacia el sur de Chihuahua; subió a todos sus hombres a los vagones, envió una avanzada para que tomaran las estaciones telegráficas y mandó un mensaje a Ciudad Juárez diciendo que el convoy debía regresar porque la vía estaba destruida, la habían destruido los villlistas. Los federales lo creyeron a pie juntillas y cuando el tren ingresó en la ciudad fronteriza, se abrieron los vagones y en un santiamén tomaron la ciudad.

3. El lema "sufragio efectivo, no reelección" no fue inventado por Francisco I. Madero sino por el mismo Porfirio Díaz, quien lo empleó para combatir los deseos de reelección indefinida de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. Madero utilizó la misma frase contra Díaz para tratar de que la gente recordara las promesas incumplidas del dictador.

4. El plan de Ayala, promulgado por Emiliano Zapata y que desconocía a Francisco I. Madero como presidente, tenía como coautor al general Otilio Montaño, quien, en mayo de 1917, sería juzgado y fusilado por un consejo de guerra zapatista.

5. Francisco I. Madero era aficionado a la medicina homeopática, por lo que él mismo acostumbraba curar a los peones.

6. Porfirio Díaz fue el presidente mexicano de mayor edad al momento de dejar el poder: tenía 80 años. Dato que resulta obvio si se toma en cuenta que Díaz gobernó México durante 35 años.

7. El Gobierno de Estados Unidos observó con preocupación varios de los artículos de la nueva Constitución promulgada por Carranza en 1917 (artículos 3, 27, 33, 123 y 130), especialmente el 27 en el que se declaran propiedad de la nación los recursos naturales del suelo y subsuelo de México.Esto afectaba potencialmente a las compañías petroleras extranjeras, muchas de ellas estadounidenses.

8. En julio de 1913, se produce el primer bombardeo aeronaval en México, en la bahía de Guaymas,  en una disputa entre Obregón y seguidores de Victoriano Huerta.

9. Madero intentó en 1911 que el Partido Liberal Mexicano se uniera a su causa, pero no lo logró, pues Ricardo Flores Magón no creía en lo que él llamaba una "revolución burguesa".

10. Francisco Villa acostumbraba comprar armas en Estados Unidos (a pesar de la prohibición que existía en ese país de venderles a cualquiera de los bandos), pero una vez le hicieron una mala jugada. El denominado Centauro del Norte no tardó en vengarse e invadió la ciudad fronteriza de Columbus, en Nuevo México. Los norteamericanos intentaron invadir Hidalgo de Parral en busca de Villa para reprimirlo, pero una misión de niños y mujeres encabezada por Elisa Griensen Zambrano lo impidió. “Ese Pershing vino aquí como un águila y se fue como una gallina mojada”, comentó Pancho Villa al enterarse de la retirada de los estadunidenses que durante casi un año, desde marzo de 1916 hasta febrero de 1917, encabezaron la expedición punitiva, al mando del general John Pershing, en territorio mexicano, buscando a Villa para capturarlo

viernes, 19 de noviembre de 2010

LOS CRONOCRÍMENES O EL RESPETO AL ESPECTADOR


TÍTULO ORIGINAL: Los Cronocrímenes
AÑO: 2007
DURACIÓN: 88 min.
PAÍS: España 
DIRECTOR: Nacho Vigalondo
GUIÓN: Nacho Vigalondo
MÚSICA: Chucky Namanera
FOTOGRAFÍA: Flavio Martínez Labiano
REPARTO: Karra Elejalde, Nacho Vigalondo, Bárbara Goenaga, Candela Fernández.

Héctor es un hombre común y corriente. Un día, observando con sus binoculares ve a una hermosa y joven mujer en medio del bosque, por lo que decide salir a su encuentro. Sin embargo, es atacado por un extraño hombre con la cara vendada. Herido y asustado, Héctor huye sólo para llegar a un lugar que guarda un secreto íntimamente ligado a lo que el protagonista acaba de vivir: una máquina del tiempo.
Los cronocrímenes es, ante todo, una gran ópera prima. Y con esto se entiende: una película con más virtudes que defectos, de bajo presupuesto y con muy buenas intenciones. Ello no debe verse como un defecto, al contrario, es una propuesta interesante dentro de la cinematografía española que te mantiene entretenido y te obliga a pensar.
Ese último punto es el más destacable, pues el peso de todo el filme recae en el ingenioso guión de Vigalondo, construido como un complejo rompecabezas que debe ser meditado por el espectador, pues no existe un sólo detalle, acción o escena que carezca de importancia. Todo tiene una razón de ser dentro de la cinta, todo obtiene una explicación, únicamente hay que ser lo suficientemente pacientes y observadores para entender los motivos del personaje. Porque el director no nos los explicará directamente, no nos dará la información digerida... y eso se agradece.
o

jueves, 18 de noviembre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: PICOTA EN TONEL


De origen austriaco, este instrumento se utilizó entre los siglos XV y XVIII. Era una especie de vergüenza pública que se aplicaba sobre todo a los borrachos que causaban desorden en las urbes.
Había dos clases de "picotas en tonel": las que tenían el fondo cerrado, en las que la víctima se colocaba dentro, con orines y estiércol o simplemente con agua podrida; y las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de la ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor debido a su gran peso.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿BIG BANG O BIG BOUNCE?


En 1948, el físico ruso nacionalizado estadounidense George Gamow planteó que el Universo se creó debido a una explosión gigantesca y que los diversos elementos que hoy se observan se produjeron durante los primeros minutos después de dicha explosión, cuando la temperatura extremadamente alta y la densidad del Universo fusionaron partículas subatómicas en los elementos químicos. A esto se le conoció como la "Teoría del Big Bang", la cual constituye la hipótesis más aceptada acerca del origen del universo.
Sin embargo, en 2008, la revista Physical review letters publicó los resultados de las investigaciones hechas por el mexicano Alejandro Corichi, del Instituto de Matemáticas (IM) de la Universidad Nacional Autónoma de México, y por Parampreet Singh, del Instituto de Física Teórica de Canadá. Los estudios realizados por estos dos teóricos arrojaron datos que vuelven necesario un replanteamiento en las teorías acerca del tema.
Con un modelo teórico exacto, estos científicos plantean que el universo tuvo un "antes" del Big Bang. Según sus datos, antes de la gran explosión hubo un "gran rebote" (o big bounce), es decir, un ciclo anterior del universo durante el que se contraía en vez de expandirse, como hace actualmente. Los efectos cuánticos detuvieron la contracción y crearon una fuerza de repulsión lo suficientemente intensa para generar el universo.
Este modelo deberá ser demostrado o refutado por especialistas. No obstante, resulta interesante pensar que el cosmos ha tenido uno o varios ciclos antes del que dio inicio al big bang... o al big bounce.

martes, 16 de noviembre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: BARRIO DEL SANTUARIO


El núcleo de este barrio es el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, el cual se comenzó a construir el 7 de Enero de 1777. Dicho Santuario, que es el más significativo de la ciudad, fue inaugurado por el obispo Fray Antonio Alcalde en el año de 1781.
Esta edificación es de estilo churrigueresco, cubierta de cantera amarilla de Huentitán. La única área en donde encontramos ornamentación es en la portada la cual es sencilla y elegante con sus dos cuerpos; el primero flanqueado por pilastras almohadillas y en el segundo cuerpo está la ventana coral al centro. Remata el edificio con dos espadañas a manera de torre cuyo segundo cuerpo a su vez remata en pequeñas almenas. En el interior es de estilo clásico, resaltando las pinturas de muros y columna que imitan al mármol. Sobresalen: sus dorados altares de tendencia neoclásica; 28 oleos con temas de la Virgen Maria, de los evangelistas y de los sumos pontífices se encuentran enmarcados en altos relieves unos en forma oval y otros en forma rectangular; así como dos órganos, uno de ellos tubular y monumental. La imagen de nuestra Señora de Guadalupe se encuentra en el altar principal, pintura que data de 1779 realizada por Don José de Alcíbar, y se encuentra adornada con una exquisita corona de oro.
A los alrededores del Santuario, fueron construidas y equipadas las famosas "cuadritas" que eran vivienda para familias pobres. De éstas sólo nos quedan parte de la fachada de la finca número 576 de la Avenida Alcalde.
También existía el Beaterio, escuela de niñas con enseñanza de artes y oficios (hoy Palacio Federal), ya en servicio el jardín del Santuario, la Escuela de Niños con su casa del maestro, el Hospital Civil y la Iglesia de Belén. Posteriormente, se establecieron los primeros talleres familiares de hilados y tejidos, los cuales ayudaron de forma considerable a la economía de la ciudad.
En el siglo XIX, el ritmo de expansión de este barrio se mantuvo, pero en el último tercio de este siglo se pretendió convertir la zona en residencial: comenzaron a levantarse casas suntuosas para ricos hacendados, familias pudientes, etc., en Santa Mónica, Pedro Loza, Alcalde, Reforma, Garibaldi, Angulo y otras; como ejemplo de ello tenemos la famosa "Casa de los Perros", obra del Ing. Arnulfo Villaseñor.
El barrio del Santuario es famoso por las personalidades nacidas o radicadas en él, como: Agustín de la Rosa (protector de la niñez tapatía), el presbítero Severo Díaz (astrónomo), Silverio García (benefactor), el escritor Agustín Yañez (quien nació en la casa #523 de Manuel Acuña), etc.
La fonda de la Valentína (Valentina Santos Oropeza) ofrecía el sabroso pollo, famoso nacional e internacionalmente. Aquí acudieron para probar los pollos Francisco Villa, Henry Ford, Lazaro Cárdenas, Manuel Avila Camacho, Margarito Ramírez, Everardo Topete, Agustín Yáñez, Jesús González Gallo, entre otros.
Al jardín del santuario se le llamo Hidalgo, porque frente a la iglesia existió una estatua del Padre de la Patria, figura de barro que portaba un estandarte Guadalupano y que fue destruida a pedradas por unos jóvenes.
La gran fiesta anual de este barrio se celebra el 12 de diciembre, en honor a la Virgen de Guadalupe, patrona del templo principal del barrio.

lunes, 15 de noviembre de 2010

DIOSES DE LA ANTIGÜEDAD: KALI


A esta diosa se le asocia con la muerte y la destrucción. Su nombre parece ser una versión femenina de la palabra sánscrita kāla (que significa ‘oscuridad’, aunque también se traduce ‘mujer negra’).
Su primera aparición es en el Rig Vedá (I milenio a. C.), donde es mencionada como una de las siete lenguas de Agni, el dios del fuego. En tradiciones subsecuentes, se le considera comoo una de las consortes del dios Shivá, quien es capaz de apaciguar el salvajismo irrefrenable que la caracteriza, desafiándola con un baile silvestre del tandava o apareciendo como un bebé que llora apelando a su instinto maternal.
En el texto Devi mahatmiam (también conocido como Chandi o Durga sapta sati) del libro Markandeia puraná, escrito entre el 300 y el 600 de la era cristiana, se le describe como Kālī o Kālīka. En dicho texto se cuenta que un ejército de demonios comandado por el gigante-demonio Raktavija atacó a los dioses; en su defensa Durga (la gran madre) tomó la forma de una feroz diosa negra, a esta forma es lo que llamamos Kali. Ella luchó encarnizadamente contra el demonio durante largo tiempo, pero de cada gota de la sangre de Raktavija surgían mil demonios tan poderosos como él. Entonces Durga se desdobló en una segunda forma, llamada Chandi. Mientras Kali bebía la sangre del gigante (para evitar la aparición de más demonios), Chandi pudo dar muerte al monstruo y a sus huestes.
Cuando la victoria sobre los gigantes quedó consumada, Kali bailó de alegría tan furiosamente, que la tierra tembló bajo su peso. Ante el ruego de los dioses, Shiva le pidió que depusiera su actitud, pero era tal el grado de excitación de la diosa que no lo escuchó. Entonces Shiva se tumbó él mismo entre los muertos; ella continuó bailando hasta que vio a Shiva debajo de sus pies, por lo que inmediatamente sacó la lengua, avergonzada por la falta de respeto que había cometido con él.
A Kali se la representa como una mujer con cuatro u ocho brazos; en su modalidad de cuatro miembros porta en una mano una espada, en otra la cabeza del gigante al que ha dado muerte y con las otras dos está animando a sus devotos. Lleva dos cadáveres como pendientes y un collar de calaveras. Por única vestimenta lleva una faja hecha con las manos de hombres-demonios muertos, y su lengua le cuelga fuera de la boca. Sus ojos son encarnados como los de un borracho; su cara y uno de los senos están embadurnados con sangre. Se encuentra erguida con un pie sobre el pecho de su esposo.
Kali es temida por sus prácticas sanguinarias, las cuales encontraron eco en algunos rituales de sus adoradores. Esta diosa tuvo adeptos de género violento en la época colonial cuando los ingleses se apoderaron de la India, y que sus asesinatos rituales sembraron el pánico en la población hasta avanzado el siglo XIX. Se trata de los Thugs o Phansigars, cuyo método consistía en el estrangulamiento hasta la asfixia mediante un pañuelo (llamado rumal). Después, las víctimas eran abiertas en canal, desfiguradas y enterradas ritualmente. Finalmente, los Thugs danzaban de forma triunfal sobre las tumbas.
Dentro de las tradiciones tántricas la naturaleza oscura de Kali es una importante figura. Su dualidad radica en que sin la muerte no puede existir sin la vida e igualmente la vida no puede existir sin la muerte.

domingo, 14 de noviembre de 2010

DE MUERTES EXTRAÑAS: MICHAEL JACKSON


En el año 2009, el cantante Michael Jackson, ícono pop de las décadas de los ochenta y noventa, preparaba su regreso a los escenarios tras varios años de ausencia, en los cuales enfrentó un juicio por presunto abuso de menores. Lamentablemente, este esperado renacimiento de la carrera del artista nunca llegaría a darse, pues el 25 de junio de ese año, unos días antes de que iniciara su gira, Michael Jackson murió.
Su médico personal, contratado para la gira This is it!, Conrad Murray, declaró haber encontrado a Jackson en la cama, sin respirar y con un débil pulso; sus intentos de reanimarle fueron en vano, por lo que se recurrió al 911.  Los paramédicos, que llegaron 9 minutos después, lo trasladaron al Ronald Reagan UCLA Medical Center, ubicado en Los Angeles a las 1:14 pm. Pero a pesar de los esfuerzos de los médicos Jackson fue declarado muerto a las 2:26 pm.
El cuerpo de Jackson fue trasladado a las oficinas de la LA Coroner en Boyle Heights, donde el 26 de junio a las 15:00 horas se le realizó la autopsia en nombre de la juez de instrucción del condado de Los Ángeles por el principal examinador médico, Lakshmanan Sathyavagiswaran. El cerebro del cantante fue conservado por el médico forense, y el resto del cuerpo entregado a la familia, la cual solicitó una segunda autopsia el 27 de Junio. Craig Harvey, principal investigador forense, comunicó que no había evidencias de traumatismos ni de actos criminales, pero que habría que esperar cuatro o seis semanas para que los exámenes toxicológicos fueran completados.
Murray  recnoció haberle inyectado propofol, un fuerte anestésico que debe ser administrado con un equipo de monitorización y resucitación adecuado, del que el médico no disponía. La razón esgrimida por el doctor para justificar el uso de esta sustancia fue que el artista sufría de insomnio, por lo que llevaba seis semanas tratándolo con la droga en cuestión.
El 28 de agosto la oficina del juez de instrucción del condado de Los Ángeles calificó la muerte del cantante como un homicidio e indicó que la muerte había  sido provocada por una mezcla de propofol y lorazepam. El certificado de defunción, elaborado el 7 de julio, tuvo que ser corregido el 31 de agosto por parte del médico forense Christopher Rogers, indicando finalmente que la causa del fallecimiento fue «intoxicación aguda de propofol».
El 8 de febrero de 2010, el doctor Murray fue acusado formalmente de homicidio involuntario.
Pero lo cierto es que este doctor no fue el primero en administrarle propofol al artista. Según Los Angeles Times, la DEA centra sus investigaciones en al menos cinco doctores que prescribían los medicamentos a Jackson, intentando conocer si éste, tenía relación directa con ellos, y si tales médicos le suministraban los fármacos de manera legal, tal y como lo exige la ley.
Lo cierto es que parece existir una fuerte conexión entre artistas adictos a ciertos fármacos y doctores inescrupulosos que les consiguen dichos fármacos en grandes cantidades.

sábado, 13 de noviembre de 2010

DE ENFERMEDADES RARAS: ICTIOSIS TIPO ARLEQUÍN



Patología de la piel del grupo de las genodermatosis (dermatosis hereditarias con trastornos metabólicos); y es la forma más grave de ictiosis congénita. 
Causado por una mutación en el gen ABCA12, se caracteriza por un engrosamiento de la capa de queratina en la piel, hiperqueratosis en forma de diamante de color rojizo; los ojos, orejas, boca y dedos pueden tener formas anormales. Se hereda como un rasgo genético autosómico recesivo. La incidencia ronda en un caso cada 300,000 nacimientos y se hace evidente desde el nacimiento.
Entre las complicaciones clínicas importantes hay que mencionar que debido al elevado contenido de queratina que limita el movimiento, y como fácilmente la piel se rompe donde debería doblarse, corren un alto riesgo de infecciones fatales. Por otro lado sufren deshidratación porque la piel no puede mantener el agua adentro, lo que conduce a una hipernatremia y malnutrición. Son increíblemente susceptibles a los cambios de temperatura, ya que su piel tan gruesa impide la pérdida calor del cuerpo; y tienen una constricción marcada de tórax y abdomen con las correspondientes dificultades respiratorias y de alimentación.
Anteriormente, estos casos eran irremediablemente fatales, ya sea por deshidratación, infección o dificultades respiratorias. En la actualidad, con medicamentos y cremas especiales algunos niños han sobrevivido hasta la adolescencia, y en casos más atípicos aún, hasta la adultez. El tratamiento inicial se centra en atenuar el trastorno de la función de barrera de la piel, mediante medidas de hidratación, tratamiento antibiótico ante los signos precoces de infección y medidas de soporte respiratorio y nutricional.

viernes, 12 de noviembre de 2010

DE CIUDADES MESOAMERICANAS: MONTE ALBÁN


Capital de los zapotecos durante más de 1200 años (500 a.C.-700 d.C.), esta ciudad fue fundada en lo alto de una montaña. Se piensa que sus habitantes procedían del valle de Oaxaca. Esta zona llegaba a abarcar el territorio del actual estado de Oaxaca, el sur de Puebla y el este del estado de Guerrero.
Alrededor de una enorme plaza, que abarcaba unas seis hectáreas, construyeron templos y palacios de piedra. Las habitaciones de los nobles contaban con patio central y cripta familiar subterránea. Mientras el conjunto monumental se organiza en torno a la plaza central, las habitaciones de los estratos sociales más bajos se localizaban en terrazas construidas ex profeso.
Como la mayoría de las construcciones prehispánicas, la zona arqueológica de Monte Albán cuenta con un centro ceremonial de juego de pelota, el cual se encuentra localizado al norte de la plataforma oriente. Este recinto también dedicada al juego de pelota muy cercana a la Tumba 105, que se conoce como Juego de Pelota Chico. En algún momento los muros de esta edificación estuvieron cubiertos por estuco, como lo han demostrado las excavaciones realizadas en ese lugar. Las dimensiones del juego de pelota son de aproximadamente 25 m de largo y de 7 por 22 m en los extremos conocidos como cabezales. La longitud interior incluyendo los cabezales en su totalidad es de aproximadamente nto es conocido como Juego de Pelota Grande a diferencia de otra construcción 40 m.
Los zapotecas enterraban a sus muertos junto a grandes urnas de cerámica que representaban a sus dioses. Así lo demuestran las 190 tumbas hasta ahora encontradas. Se cree que estos grupos adoraban a más de treinta dioses distintos.
Su edificio más antiguo es el Templo de los Danzantes; en él hay más de 300 esculturas que probablemente representan a prisioneros capturados por la ciudad. Frente a este edificio hay una construcción con lápidas jeroglíficas que indican su dominio sobre unas cuarenta poblaciones.

Templo de los danzantes

En el Templo y Galería de los Danzantes se encuentran marcados rasgos olmeca, donde se destacan bajorrelieves esculpidos en lápidas que decoran los basamentos y que representan a personajes en aparente movimiento.
Adicionalmente, se distinguen hombres sacrificados con miembros mutilados y algunas inscripciones que muestran que ya se contaba con un sistema de escritura, un calendario y evidencia del uso astronómico.
En el mismo Monte Albán, aunque perteneciente a una cultura posterior, se encontró la denominada tumba 7, famosa por las joyas de oro, turquesa y cristal de roca halladas en ella.
En 1987, Monte Albán fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

jueves, 11 de noviembre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: LA RUEDA


Era el instrumento de ejecución más común en la Europa germánica, después de la horca, desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XVIII. No obstante, su historia es más antigua, pues ya se había utilizado por el imperio romano del Este (o bizantino) para ejecutar a los cristianos. Las primeras noticias que se tienen acerca de este tipo de ejecución vinculan a la rueda con el emperador Maximinus II.
El procedimiento era el siguiente: se hacía girar una rueda lentamente con la víctima amarrada a ella y con sus extremidades colgando. El ejecutor le daba  de golpes con un mazo metálico quebrándole poco a poco sus huesos. Muchas veces se le dejaba con vida a la víctima y se ponía la rueda lo más alto posible para que las aves terminaran de hacer el trabajo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

DE ALGUNAS PALABRAS Y SU SIGNIFICADO (IV)

ACUCIAR: Estimular, dar prisa. Impulsar a alguien a ejecutar una acción. Inquietar, desazonar. Desear con vehemencia. Cuidar con diligencia.

ANEGAR: Inundar. Ahogar a alguien sumergiéndolo en el agua. Abrumar, agobiar, molestar. Naufragar (irse a pique).

CLAUDICAR: Renunciar. Acabar por ceder a una presión o una tentación.

CUITA: Tristeza, aflicción, desventura. Ansia, anhelo, deseo vehemente.

ESTULTICIA: Necedad, tontería.

GAYOLA: Jaula. Cárcel.

OROPEL: Cosa de poco valor y mucha apariencia. Adorno o requisito de una persona. Lámina de latón, muy batida y adelgazada, que imita al oro.

PARANGÓN: Comparación o semejanza.

PRINGUE: Grasa que suelta el tocino u otra cosa semejante sometida a la acción del fuego. Suciedad, grasa o porquería que se pega a la ropa o a otra cosa. Castigo que consistía en echar pringue hirviendo a alguien.

PROSCRIBIR: Echar a alguien del territorio de su patria, comúnmente por causas políticas. Excluir o prohibir una costumbre o el uso de algo. Declarar a alguien público malhechor, dando facultad a cualquiera para que le quite la vida, y a veces ofreciendo premio a quien lo entregue vivo o muerto.

martes, 9 de noviembre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: MUSEO DE LAS ARTES DE LA U DE G


UBICACIÓN: Av. Juárez #975, esquina Enrique Díaz de León. Zona Centro.

Este edificio fue construido en 1914 por el ingeniero Alfredo Navarro con intenciones de convertirlo en una escuela, de la que sólo se alcanzó a edificar la fachada y una galería interior. Años después el gobierno decidió dedicarlo al Congreso del Estado, pero nuevamente este proyecto quedó inconcluso y fue hasta 1934 que el edificio se destinó a la educación superior de la Universidad de Guadalajara para continuar con su construcción.
Es un edificio en forma de cruz con graderías y arcos de medio punto. Su estilo es renacentista francés. En la parte superior se pueden observar balastras en el contorno del edificio.
Actualmente funciona como Museo de las Artes, el cual fue fundado en 1995. Tiene 5 salas y fue dotado de una colección permanente conformada por 33 obras de artistas importantes de la localidad como representantes de la pintura jalisciense. Asímismo, se creó un acervo itinerante con obras donadas por artistas o personalidades, como un cuadro que perteneció a Julio Cortázar, el cual donó en vida. También cuenta con auditorio, librería, tienda y cafetería. Organiza visitas guiadas, conciertos, conferencias, presentaciones editoriales y talleres de pintura, escultura y grabado para niños, jóvenes y adultos.
El edificio alberga dos de las obras más importantes del muralismo mexicano, como son los murales "El Hombre Creador y Rebelde" (en la cúpula) y "El Pueblo y sus Falsos Líderes" de José Clemente Orozco, pintados entre 1935 y 1937.

lunes, 8 de noviembre de 2010

GRANDES DIRECTORES: ALFRED HITCHCOCK (1899-1980)


Máximo representante del cine de misterio y de intriga, Hitchcock también ha pasado a la historia del cine debido a sus aportes en el desarrollo del lenguaje cinematográfico moderno. Con un dominio excepcional de las técnicas cinematográficas, produjo películas que mantienen al espectador en un constante estado de tensión hasta el final de la proyección. Su huella habría de percibirse en numerosas imitaciones y en la obra de realizadores tan distintos como el francés François Truffaut o los estadounidenses Brian de Palma y David Lynch.
También era conocido por los constantes cameos (apariciones fugaces que no incidían sobre la trama) que realizaba en sus películas. De los 52 filmes que realizó, 37 contienen un cameo de Hitchcock. El primero de ellos fue en su película El inquilino (1934) y el último fue en su película Trama macabra (1976), en la que aparece su inconfundible sombra de perfil.
Ya en sus primeras cintas realizadas en su Inglaterra natal, Hitchcock se distinguió por su interés en extraer la máxima expresividad del lenguaje cinematográfico, tanto a nivel visual como sonoro. En 1926, una película muda como The lodger (estrenada en el ámbito hispanoparlante como El inquilino) anunciaba sus méritos más sobresalientes. Él mismo manifestó repetidamente que las películas mudas eran la forma más pura de cine y que éste fue su primer filme personal. Está narrado desde el punto de vista de una mujer que alquila una habitación amueblada a un misterioso personaje, de quien sospecha que sea el sórdido "Vengador", una suerte de Jack el Destripador a quien se le imputan horrorosos crímenes perpetrados siempre contra jóvenes rubias.
En este clima amenazante, numerosos indicios falsos acusan al inquilino, y la trama, progresivamente más dramática, alcanza su clímax en un intento de linchamiento del inocente. El tema es, pues, el de otras de sus películas: el hombre acusado injustamente de un crimen que no ha cometido, lo que produce una mayor sensación de peligro en los espectadores que si éste fuera culpable y permite una identificación con el protagonista. Es el caso de Inocencia y juventud (1937), Sospecha (1941), Falso culpable (1957) o Frenesí (1972), aunque no el de La sombra de una duda (1953), donde Charlie Oakley (Joseph Cotten), el encantador tío de la candorosa Charlie Newton (Teresa Wright), es efectivamente un despiadado asesino de viudas ricas, de quien su sobrina comienza al sospechar, por lo que él tomará la difícil decisión de librarse de su familiar favorito.
En 1929 dirigió su primera película sonora, Blackmail (La muchacha de Londres), donde incluyó una célebre persecución por el Museo Británico.
En Murder, película de 1930 con guión de su esposa, se utilizó por primera vez  la voz en off como monólogo interior de un personaje. En la película, una muchacha es hallada culpable de haber asesinado a una de sus amigas, pero uno de los miembros del jurado, sir John (Herbert Marhsall), cree en su inocencia. Se trata de una típica película con enigma, lo que los ingleses llaman un "whodunit" (¿quién lo hizo?), fríos rompecabezas a lo Agatha Christie basados siempre en quién es el asesino, que a Hitchcock nunca le interesaron porque pensaba que carecían de emoción.
En 1934 filmaría uno de sus títulos más conocidos: El hombre que sabía demasiado. Este filme sería retomado por el mismo Hitchcock en un remake durante su etapa estadounidense en 1956. El éxito del filme de 1934 y de su siguiente proyecto, Los 39 escalones (1935), le abrieron las puertas de Hollywood. El 22 de agosto de 1937, el director visitó Nueva York  con el objetivo de entrevistarse con David O. Selznick, productor de Lo que el viento se llevó, quien lo contrató al año siguiente.


Cuando llegó a Estados Unidos, el director era ya una garantía de entretenimiento. Su primera película estadounidense fue Rebeca (1940),  una historia en donde Joan Fontaine encarna a la segunda esposa de lord Winter (Laurence Olivier), un hombre misterioso cuya primera mujer, de nombre Rebeca murió en circunstancias oscuras. En el filme, Fontaine vestía una característica chaqueta de punto que desde entonces se denominó rebeca. La cinta fue todo un éxito, no sólo en taquilla, sino también entre la crítica, ganando el premio Oscar a la mejor película.
La actitud beligerante de Hitchcock frente a las atrocidades de los nazis, fue notoria en Náufragos (1943), película que constituyó todo un reto, ya que se desarrollaba íntegramente en un ambiente claustrofóbico y en un espacio rigurosamente acotado que recreaba una suerte de microcosmos de la guerra: un bote salvavidas donde ocho personajes, uno de ellos el capitán del submarino alemán agresor, luchan angustiosamente para sobrevivir al naufragio. Hitchcock llevó a cabo su habitual aparición fugaz en la pantalla a través de la fotografía de un periódico que, por un milagroso azar, se cuenta entre los escasos objetos salvados de la catástrofe.
Posteriormente, Hitchcock fundó su propia productora junto a Sidney Bernstein, e inmediatamente intentó con precocidad anticipatoria lo que luego se conocería como el estilo clásico de rodaje en televisión: T.M.T. (Ten Minutes Take). El T.M.T. consiste en agotar los trescientos metros de la bobina de una cámara (unos diez minutos de duración) en una sola toma, lo que exige un rodaje férreamente programado y un estilo caracterizado por el plano-secuencia. Esta innovación técnica había sido prevista para abaratar costos y obtener el máximo rendimiento industrial, pero con este método produjo una singularísima aunque muy discutida obra maestra, La soga, narrada en tiempo real y concebida técnicamente (porque lo cierto es que se recurrieron a trucos para cambiar las bobinas) como un solo plano-secuencia (una escena sin cortes) de ochenta minutos.


La soga no es sólo una gran proeza técnica, sino que además resume la idea de suspenso propuesta por Hitchcock: dos jóvenes asesinan a un compañero y meten su cuerpo a un baúl, el cual es trasladado al centro de la sala y arreglado como si fuera una mesa. Después, celebran una fiesta en ese lugar, pues creen haber cometido el crimen perfecto y se jactan de ello. El suspenso crece, pues el espectador conoce algo que los invitados a la fiesta ignoran, pero no puede hacérselos saber.
Durante los años cincuenta Hitchcock realizó algunas de sus películas más célebres: Pacto siniestro (1951), basado en una novela de Patricia Highsmith y con guión de Raymond Chandler. En el filme, se lleva a cabo un pacto entre extraños para intercambiar dos asesinatos con el objetivo de que los crímenes resulten impunes (este filme luego sería parodiado por Danny de Vito en Tira a mamá del tren); Mi pecado me condena  (1952), que describe el drama de conciencia del padre Michel Logan, espléndidamente interpretado por Montgomery Clift; La ventana indiscreta (1954), estupenda reflexión acerca del espectador cinematográfico y el vouyerismo; Para atrapar al ladrón (1955), último filme con su actriz preferida, Grace Kelly; El tercer tiro (1956), extraña comedia con cadáver donde se dio a conocer Shirley MacLaine.
Pero la máxima representación del talento estético y poético de Hitchcock se aprecia en Vértigo (1958), probablemente su mejor película. Una historia de amor y muerte, con abundante suspenso.


Con Psicosis (1961), Hitchcock construyó una de las experiencias cinematográficas más impresionantes de la historia: la escena de la ducha es un prodigio en cuanto a lo que sugiere mas no muestra. La muerte del personaje interpretado por Janet Leigh fue una proeza técnica para su época:  se rodó entre el 17 de diciembre y el 23 de diciembre de 1959; son sólo 45 segundos, pero Hitchcock necesitó 70 planos y más de 90 empalmes para montarla.
Otro éxito rotundo fue Los pájaros (1963), estremecedor relato en donde las aves atacan a los humanos. Numerosas son las escenas que quedan en la memoria tras ver este filme, destacando la del ataque en la cabina telefónica.
Después de estas dos películas, Hitchcock no volvería a probar las mieles del éxito con sus siguientes proyectos, aun cuando varios de ellos (en especial Frenesí) conservaban la calidad del director: Marnue (1964), Cortina rasgada (1966), Topaz (1969) y la ya antes mencionada Frenesí (1972). En 1976, Hitchcock estrenaría su último filme Trama macabra.
En 1955, el cineasta se convirtió en anfitrión y ocasional director de una antología de historias de misterio y suspenso para CBS, titulado Alfred Hitchcock presenta. Al inicio de cada episodio la silueta del maestro del suspenso era vista superponiéndose sobre su famoso contorno, al mismo tiempo que sonaban los compases de la "Marcha Fúnebre para una Marioneta" de Gounod. Luego se daba paso a una introducción en la que Hitchcock presentaba el episodio del día, con un parlamento siempre irónico sobre el crimen o sobre alguna cuestión truculenta, y eventualmente realizando apreciaciones irónicas sobre la inevitable tanda comercial que seguía, luego de la cual, la historia comenzaba. Al final de cada historia, Hitchcock regresaba para brindar una reflexión sarcástica sobre el final, o algunas veces para asegurar que el asesino ha sido aprehendido.
En 1979, la reina Isabel II le concedió el título de sir (a pesar de que el director se había nacionalizado estadounidense). Un año después, Hitchcock falleció en su casa de Los Ángeles.

domingo, 7 de noviembre de 2010

RESEÑA DEL LIBRO VIDA Y ÉPOCA DE MICHAEL K


Michael K, jardinero de treinta años, decide acompañar a su madre enferma en un viaje hacia la granja en que ella creció. Lamentablemente, Sudáfrica se encuentra en plena guerra civil y el traslado desde la capital hasta el campo no es tan fácil como ellos pensaban. Pronto, el viaje sufrirá diversos contratiempos y la madre de Mchael morirá. Completamente solo, este hombre con labio leporino decidirá cumplir el sueño de su madre, trasladando sus cenizas hasta la granja, mientras en él mismo comienza a formarse el deseo de vivir de la tierra.
Este es el punto de partida de Vida y época de Michael K, novela escriita por el escritor sudafricano y Premio Nobel de Literatura en 2003, J. M. Coetzee. Se trata de una de sus novelas menos trágicas y, quizás, más esperanzadoras. Michael es un hombre noble pero su labio lo convierte en un descastado, alguien que toman por retrasado mental: su madre siente repugnancia por él desde su mismo nacimiento, los demás le tienen lástima por ser callado y apático. Pero a Michael no le imorta; él sólo se encuentra feliz cuando está en la granja, cerca de los vegetales que él planta. Su comunión con la tierra llega a tal grado que Michael nunca pisa las construcciones hechas por el hombre sino que duerme a la intemperie, cerca de su amado cultivo. Es cuando otro ser humano pisa ese lugar cuando el protagonista encuentra desasosiego, molestia, pues lo único que él desea es la soledad más absoluta.
Pero la novela es también una reflexión acerca del ser humano en tiempos de guerra. Son numerosos los personajes que Michael, a su pesar, encntrará: las enfermeras del hospital en donde su madre muere, indiferentes y cansadas después de jornadas de más de doce horas atendiendo heridos de guerra; los soldados de los puntos de revisión, deseosos de asaltar a las personas que huyen de las zonas en donde la guerra ha hecho imposible la existencia; el nieto de los dueños de la granja, desertor del ejército, quien desea convertir a Michael en su criado, romper el vínculo de este hombre con la tierra; las personas de los campos de refugiados, adaptados a una vida infructuosa; el doctor que intenta ayudarlo, pero que es incapaz de comprenderlo.... Michael se dejará arrastrar la mayoría de las veces por ellos, pues parece carecer de voluntad, sin embargo, en él se adivina un deseo de libertad que sólo puede ser alcanzado lejos de los seres humanos.
A final de cuentas, Vida y época de Michael K es la historia de un desarraigado, alguien que encontró la felicidad una vez que las circunstancias (y los otros) le quitaron todo, dejándolo desposeído, listo para fundirse con la tierra.

sábado, 6 de noviembre de 2010

MIS CUENTOS FAVORITOS (IV)

LA GALLINA DEGOLLADA
Horacio Quiroga

Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos y volvían la cabeza con la boca abierta.
El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta. La luz enceguecedora llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos se animaban; se reían al fin estrepitosamente, congestionados por la misma hilaridad ansiosa, mirando el sol con alegría bestial, como si fuera comida.
Otra veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando al tranvía eléctrico. Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían entonces, mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio. Pero casi siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón.
El mayor tenía doce años, y el menor ocho. En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal.
Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres. A los tres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer, y mujer y marido, hacia un porvenir mucho más vital: un hijo: ¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de su cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?
Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce meses de matrimonio, creyeron cumplida su felicidad. La criatura creció bella y radiante, hasta que tuvo año y medio. Pero en el vigésimo mes sacudiéronlo una noche convulsiones terribles, y a la mañana siguiente no conocía más a sus padres. El médico lo examinó con esa atención profesional que está visiblemente buscando las causas del mal en las enfermedades de los padres.
Después de algunos días los miembros paralizados recobraron el movimiento; pero la inteligencia, el alma, aun el instinto, se habían ido del todo; había quedado profundamente idiota, baboso, colgante, muerto para siempre sobre las rodillas de su madre.
—¡Hijo, mi hijo querido! —sollozaba ésta, sobre aquella espantosa ruina de su primogénito.
El padre, desolado, acompañó al médico afuera.
—A usted se le puede decir; creo que es un caso perdido. Podrá mejorar, educarse en todo lo que le permita su idiotismo, pero no más allá.
—¡Sí!... ¡Sí! —asentía Mazzini—. Pero dígame: ¿Usted cree que es herencia, que?...
—En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creía cuando vi a su hijo. Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien. No veo nada más, pero hay un soplo un poco rudo. Hágala examinar bien.
Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Tuvo asimismo que consolar, sostener sin tregua a Berta, herida en lo más profundo por aquel fracaso de su joven maternidad.
Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de otro hijo. Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido. Pero a los dieciocho meses las convulsiones del primogénito se repetían, y al día siguiente amanecía idiota.
Esta vez los padres cayeron en honda desesperación. ¡Luego su sangre, su amor estaban malditos! ¡Su amor, sobre todo! Veintiocho años él, veintidós ella, y toda su apasionada ternura no alcanzaba a crear un átomo de vida normal. Ya no pedían más belleza e inteligencia como en el primogénito; ¡pero un hijo, un hijo como todos!
Del nuevo desastre brotaron nuevas llamaradas del dolorido amor, un loco anhelo de redimir de una vez para siempre la santidad de su ternura. Sobrevinieron mellizos, y punto por punto repitióse el proceso de los dos mayores.
Mas, por encima de su inmensa amargura, quedaba a Mazzini y Berta gran compasión por sus cuatro hijos. Hubo que arrancar del limbo de la más honda animalidad, no ya sus almas, sino el instinto mismo abolido. No sabían deglutir, cambiar de sitio, ni aun sentarse. Aprendieron al fin a caminar, pero chocaban contra todo, por no darse cuenta de los obstáculos. Cuando los lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro. Animábanse sólo al comer, o cuando veían colores brillantes u oían truenos. Se reían entonces, echando afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial. Tenían, en cambio, cierta facultad imitativa; pero no se pudo obtener nada más. Con los mellizos pareció haber concluido la aterradora descendencia. Pero pasados tres años desearon de nuevo ardientemente otro hijo, confiando en que el largo tiempo transcurrido hubiera aplacado a la fatalidad.
No satisfacían sus esperanzas. Y en ese ardiente anhelo que se exasperaba, en razón de su infructuosidad, se agriaron. Hasta ese momento cada cual había tomado sobre sí la parte que le correspondía en la miseria de sus hijos; pero la desesperanza de redención ante las cuatro bestias que habían nacido de ellos, echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
Iniciáronse con el cambio de pronombre: tus hijos. Y como a más del insulto había la insidia, la atmósfera se cargaba.
—Me parece —díjole una noche Mazzini, que acababa de entrar y se lavaba las manos—que podrías tener más limpios a los muchachos.
Berta continuó leyendo como si no hubiera oído.
—Es la primera vez —repuso al rato— que te veo inquietarte por el estado de tus hijos.
Mazzini volvió un poco la cara a ella con una sonrisa forzada:
—De nuestros hijos, ¿me parece?
—Bueno; de nuestros hijos. ¿Te gusta así? —alzó ella los ojos.
Esta vez Mazzini se expresó claramente:
—¿Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, no?
—¡Ah, no! —se sonrió Berta, muy pálida— ¡pero yo tampoco, supongo!... ¡No faltaba más!... —murmuró.
—¿Qué, no faltaba más?
—¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien! Eso es lo que te quería decir.
Su marido la miró un momento, con brutal deseo de insultarla.
—¡Dejemos! —articuló, secándose por fin las manos.
—Como quieras; pero si quieres decir...
—¡Berta!
—¡Como quieras!
Este fue el primer choque y le sucedieron otros. Pero en las inevitables reconciliaciones, sus almas se unían con doble arrebato y locura por otro hijo.
Nació así una niña. Vivieron dos años con la angustia a flor de alma, esperando siempre otro desastre. Nada acaeció, sin embargo, y los padres pusieron en ella toda su complaciencia, que la pequeña llevaba a los más extremos límites del mimo y la mala crianza.
Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba, como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Mazzini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo.
No por eso la paz había llegado a sus almas. La menor indisposición de su hija echaba ahora afuera, con el terror de perderla, los rencores de su descendencia podrida. Habían acumulado hiel sobrado tiempo para que el vaso no quedara distendido, y al menor contacto el veneno se vertía afuera. Desde el primer disgusto emponzoñado habíanse perdido el respeto; y si hay algo a que el hombre se siente arrastrado con cruel fruición, es, cuando ya se comenzó, a humillar del todo a una persona. Antes se contenían por la mutua falta de éxito; ahora que éste había llegado, cada cual, atribuyéndolo a sí mismo, sentía mayor la infamia de los cuatro engendros que el otro habíale forzado a crear.
Con estos sentimientos, no hubo ya para los cuatro hijos mayores afecto posible. La sirvienta los vestía, les daba de comer, los acostaba, con visible brutalidad. No los lavaban casi nunca. Pasaban casi todo el día sentados frente al cerco, abandonados de toda remota caricia.
De este modo Bertita cumplió cuatro años, y esa noche, resultado de las golosinas que era a los padres absolutamente imposible negarle, la criatura tuvo algún escalofrío y fiebre. Y el temor a verla morir o quedar idiota, tornó a reabrir la eterna llaga.
Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fue, como casi siempre, los fuertes pasos de Mazzini.
—¡Mi Dios! ¿No puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces?. . .
—Bueno, es que me olvido; ¡se acabó! No lo hago a propósito.
Ella se sonrió, desdeñosa: —¡No, no te creo tanto!
—Ni yo, jamás, te hubiera creído tanto a ti. . . ¡tisiquilla!
—¡Qué! ¿Qué dijiste?...
—¡Nada!
—¡Sí, te oí algo! Mira: ¡no sé lo que dijiste; pero te juro que prefiero cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú!
Mazzini se puso pálido.
—¡Al fin! —murmuró con los dientes apretados—. ¡Al fin, víbora, has dicho lo que querías!
—¡Sí, víbora, sí! Pero yo he tenido padres sanos, ¿oyes?, ¡sanos! ¡Mi padre no ha muerto de delirio! ¡Yo hubiera tenido hijos como los de todo el mundo! ¡Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos!
Mazzini explotó a su vez.
—¡Víbora tísica! ¡eso es lo que te dije, lo que te quiero decir! ¡Pregúntale, pregúntale al médico quién tiene la mayor culpa de la meningitis de tus hijos: mi padre o tu pulmón picado, víbora!
Continuaron cada vez con mayor violencia, hasta que un gemido de Bertita selló instantáneamente sus bocas. A la una de la mañana la ligera indigestión había desaparecido, y como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se han amado intensamente una vez siquiera, la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto hirientes fueran los agravios.
Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba escupió sangre. Las emociones y mala noche pasada tenían, sin duda, gran culpa. Mazzini la retuvo abrazada largo rato, y ella lloró desesperadamente, pero sin que ninguno se atreviera a decir una palabra.
A las diez decidieron salir, después de almorzar. Como apenas tenían tiempo, ordenaron a la sirvienta que matara una gallina.
El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco. De modo que mientras la sirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con parsimonia (Berta había aprendido de su madre este buen modo de conservar frescura a la carne), creyó sentir algo como respiración tras ella. Volvióse, y vio a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación... Rojo... rojo...
—¡Señora! Los niños están aquí, en la cocina.
Berta llegó; no quería que jamás pisaran allí. ¡Y ni aun en esas horas de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible visión! Porque, naturalmente, cuando más intensos eran los raptos de amor a su marido e hija, más irritado era su humor con los monstruos.
—¡Que salgan, María! ¡Échelos! ¡Échelos, le digo!
Las cuatro pobres bestias, sacudidas, brutalmente empujadas, fueron a dar a su banco.
Después de almorzar, salieron todos. La sirvienta fue a Buenos Aires, y el matrimonio a pasear por las quintas. Al bajar el sol volvieron;, pero Berta quiso saludar un momento a sus vecinas de enfrente. Su hija escapóse enseguida a casa.
Entretanto los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco. El sol había traspuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse, y ellos continuaban mirando los ladrillos, más inertes que nunca.
De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco. Su hermana, cansada de cinco horas paternales, quería observar por su cuenta. Detenida al pie del cerco, miraba pensativa la cresta. Quería trepar, eso no ofrecía duda. Al fin decidióse por una silla desfondada, pero faltaba aún. Recurrió entonces a un cajón de kerosene, y su instinto topográfico hízole colocar vertical el mueble, con lo cual triunfó.
Los cuatro idiotas, la mirada indiferente, vieron cómo su hermana lograba pacientemente dominar el equilibrio , y cómo en puntas de pie apoyaba la garganta sobre la cresta del cerco, entre sus manos tirantes. Viéronla mirar a todos lados, y buscar apoyo con el pie para alzarse más.
Pero la mirada de los idiotas se había animado; una misma luz insistente estaba fija en sus pupilas. No apartaban los ojos de su hermana, mientras creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de sus rostros. Lentamente avanzaron hacia el cerco. La pequeña, que habiendo logrado calzar el pie, iba ya a montar a horcajadas y a caerse del otro lado, seguramente, sintióse cogida de la pierna. Debajo de ella, los ocho ojos clavados en los suyos le dieron miedo.
—¡Soltáme! ¡Déjame! —gritó sacudiendo la pierna. Pero fue atraída.
—¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! —lloró imperiosamente. Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó.
—Mamá, ¡ay! Ma. . . —No pudo gritar más. Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los bucles como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta la cocina, donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta, arrancándole la vida segundo por segundo.
Mazzini, en la casa de enfrente, creyó oír la voz de su hija.
—Me parece que te llama—le dijo a Berta.
Prestaron oído, inquietos, pero no oyeron más. Con todo, un momento después se despidieron, y mientras Bertita a dejar su sombrero, Mazzini avanzó en el patio.
—¡Bertita!
Nadie respondió.
—¡Bertita! —alzó más la voz, ya alterada.
Y el silencio fue tan fúnebre para su corazón siempre aterrado, que la espalda se le heló de horrible presentimiento.
—¡Mi hija, mi hija! —corrió ya desesperado hacia el fondo. Pero al pasar frente a la cocina vio en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente la puerta entornada, y lanzó un grito de horror.
Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oír el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini, lívido como la muerte, se interpuso, conteniéndola:
—¡No entres! ¡No entres!
Berta alcanzó a ver el piso inundado de sangre. Sólo pudo echar sus brazos sobre la cabeza y hundirse a lo largo de él con un ronco suspiro.

viernes, 5 de noviembre de 2010

DE CITAS Y FRASES CÉLEBRES (VI)

"Amor: una serpiente con dos cabezas que se vigilan sin cesar."
Elias Canetti

"¿Por qué escribo? Porque encuentro la vida poco satisfactoria."
Tennessee Williams

"Ningún hombre es tan bueno, que, al ser expuesto a las acciones de la ley, no sería condenado a la horca por lo menos diez veces."
Moliére

"Hay días en los que uno tiene la impresión de que los hombres viven como ratas y no siente el menor deseo de parecerse a ellos"
Yukio Mishima

"El hombre es lo que decide ser."
Jean-Paul Sartre

jueves, 4 de noviembre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: JAULAS COLGANTES

 

El propósito de este invento era exhibir al condenado a la vista del pueblo (escarnio público);  para esto, colocaban la jaula en un lugar concurrido: la iglesia, el castillo o cualquier edificio público. Se utilizó en algunas ciudades Europeas como Mantua, Münster o Venecia. Su uso comenzó en la Edad Media y llegó a su fin en el siglo XVIII.
no obstante, a veces su uso sí era de intrumento de totura y ejecución: las víctimas, desnudas o semidesnudas, eran encerradas en las jaulas, donde morían a causa del hambre y la sed o por las inclemencias del tiempo. Normalmente, los condenados sufrían torturas de otro tipo antes de ser introducidos en las jaulas colgantes; su salud entonces resultaba precaria, lo que aceleraba la muerte. Sin embargo, a veces se introducian animales salvajes a las jaulas para atacar al condenado; los verdugos incitaban a las bestias con hierros candescentes. En algunas ocasiones, se encendían fogatas debajo de la jaula para quemar al condenado.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"MUERTE SIN FIN" DE JOSÉ GOROSTIZA

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo;
lleno de mí —ahíto— me descubro
en la imagen atónita del agua,
que tan sólo es un tumbo inmarcesible,
un desplome de ángeles caídos
a la delicia intacta de su peso,
que nada tiene
sino la cara en blanco
hundida a medias, ya, como una risa agónica,
en las tenues holandas de la nube
y en los funestos cánticos del mar
—más resabio de sal o albor de cúmulo
que sola prisa de acosada espuma.
No obstante —oh paradoja— constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma.
En él se asienta, ahonda y edifica,
cumple una edad amarga de silencios
y un reposo gentil de muerte niña,
sonriente, que desflora
un más allá de pájaros
en desbandada.
En la red de cristal que la estrangula,
allí, como en el agua de un espejo,
se reconoce;
atada allí, gota con gota,
marchito el tropo de espuma en la garganta
¡qué desnudez de agua tan intensa,
qué agua tan agua,
está en su orbe tornasol soñando,
cantando ya una sed de hielo justo!
¡Mas qué vaso —también— más providente
éste que así se hinche
como una estrella en grano,
que así, en heroica promisión, se enciende
como un seno habitado por la dicha,
y rinde así, puntual,
una rotunda flor
de transparencia al agua,
un ojo proyectil que cobra alturas
y una ventana a gritos luminosos
sobre esa libertad enardecida
que se agobia de cándidas prisiones!


¡Más que vaso —también— más providente!
Tal vez esta oquedad que nos estrecha
en islas de monólogos sin eco,
aunque se llama Dios,
no sea sino un vaso
que nos amolda el alma perdidiza,
pero que acaso el alma sólo advierte
en una transparencia acumulada
que tiñe la noción de Él, de azul.
El mismo Dios,
en sus presencias tímidas,
ha de gastar la tez azul
y una clara inocencia imponderable,
oculta al ojo, pero fresca al tacto,
como este mar fantasma en que respiran
—peces del aire altísimo—
los hombres.
¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul!
Un coagulado azul de lontananza,
un circundante amor de la criatura,
en donde el ojo de agua de su cuerpo
que mana en lentas ondas de estatura
entre fiebres y llagas;
en donde el río hostil de su conciencia
¡agua fofa, mordiente, que se tira,
ay, incapaz de cohesión al suelo!
en donde el brusco andar de la criatura
amortigua su enojo,
se redondea
como una cifra generosa,
se pone en pie, veraz, como una estatua.
¿Qué puede ser —si no— si un vaso no?
Un minuto quizá que se enardece
hasta la incandescencia,
que alarga el arrebato de su brasa,
ay, tanto más hacia lo eterno mínimo
cuanto es más hondo el tiempo que lo colma.
Un cóncavo minuto del espíritu
que una noche impensada,
al azar
y en cualquier escenario irrelevante
con el vuelo del pájaro,
estalla en él como un cohete herido
y en sonoras estrellas precipita
su desbandada pólvora de plumas.
Mas en la médula de esta alegría,
no ocurre nada, no;
sólo un cándido sueño que recorre
las estaciones todas de su ruta
tan amorosamente
que no elude seguirla a sus infiernos,
ay, y con qué miradas de atropina,
tumefactas e inmóviles, escruta
el curso de la luz, su instante fúlgido,
en la piel de una gota de rocío;
concibe el ojo
y el intangible aceite
que nutre de esbeltez a la mirada;
gobierna el crecimiento de las uñas
y en la raíz de la palabra esconde
el frondoso discurso de ancha copa
y el poema de diáfanas espigas.
Pero aún más —porque en su cielo impío
nada es tan cruel como este puro goce—
somete sus imágenes al fuego
de especiosas torturas que imagina
—las infla de pasión,
en la prisma del llanto las deshace,
las ciega con el lustre de un barniz,
las satura de odios purulentos,
rencores zánganos
como una mala costra,
angustias secas como la sed del yeso.
Pero aún más —porque, inmune a la mácula,
tan perfecta crueldad no cede a límites—
perfora la substancia de su gozo
con rudos alfileres;
piensa el tumor, la úlcera y el chancro
que habrán de festonar la tez pulida,
toma en su mano etérea a la criatura
y la enjuta, la hincha o la demacra,
como a un copo de cera sudorosa,
y en un ilustre hallazgo de ironía
la estrecha enternecido
con los brazos glaciales de la fiebre.
Mas nada ocurre, no, sólo este sueño
desorbitado
que se mira a sí mismo en plena marcha;
presume, pues, su término inminente
y adereza en el acto
el plan de su fatiga,
su justa vacación
su domingo de gracia allá en el campo,
al fresco albor de las camisas flojas.
¡Qué trebolar mullido, qué parasol de niebla
se regala en el ánimo
para gustar la miel de sus vigilias!
Pero el ritmo es su norma, el solo paso,
la sola marcha en círculo, sin ojos;
así, aun de su cansancio, extrae
¡hop!
largas cintas de cintas de sorpresas
que en un constante perecer enérgico,
en un morir absorto,
arrasan sin cesar su bella fábrica
hasta que —hijo de su misma muerte,
gestado en la aridez de sus escombros—
siente que su fatiga se fatiga,
se erige a descansar de su descanso
y sueña que su sueño se repite,
irresponsable, eterno,
muerte sin fin de una obstinada muerte,
sueño de garza anochecido a plomo
que cambia sí de pie, mas no de sueño,
que cambia sí la imagen,
mas no la doncellez de su osadía
¡oh inteligencia, soledad en llamas!
que lo consume todo hasta el silencio,
sí, como una semilla enamorada
que pudiera soñarse germinando,
probar en el rencor de la molécula
el salto de las ramas que aprisiona
y el gusto de su fruta prohibida,
ay, sin hollar, semilla casta,
sus propios impasibles tegumentos.


¡Oh inteligencia, soledad en llamas
que todo lo concibe sin crearlo!
Finge el calor del lodo,
su emoción de substancia adolorida,
el iracundo amor que lo embellece
y lo encumbra más allá de las alas
a donde sólo el ritmo
de los luceros llora,
mas no le infunde el soplo que lo pone en pie
y permanece recreándose a sí misma,
única en Él, inmaculada, sola en Él,
reticencia indecible,
amoroso temor de la materia,
angélico egoísmo que se escapa
como un grito de júbilo sobre la muerte
—oh inteligencia, páramo de espejos!
helada emanación de rosas pétreas
en la cumbre de un tiempo paralítico;
pulso sellado;
como una red de arterias temblorosas,
hermético sistema de eslabones
que apenas se apresura o se retarda
según la intensidad de su deleite;
abstinencia angustiosa
que presume el dolor y no lo crea,
que escucha ya en la estepa de sus tímpanos
retumbar el gemido del lenguaje
y no lo emite;
que nada más absorbe las esencias
y se mantiene así, rencor sañudo,
una, exquisita, con su dios estéril,
sin alzar entre ambos
la sorda pesadumbre de la carne,
sin admitir en su unidad perfecta
el escarnio brutal de esa discordia
que nutren vida y muerte inconciliables,
siguiéndose una a otra
como el día y la noche,
una y otra acampadas en la célula
como en un tardo tiempo de crepúsculo,
ay, una nada más, estéril, agria,
con Él, conmigo, con nosotros tres;
como el vaso y el agua, sólo una
que reconcentra su silencio blanco
en la orilla letal de la palabra
y en la inminencia misma de la sangre.
¡ALELUYA, ALELUYA!


Iza la flor su enseña,
agua, en el prado.
¡Oh, qué mercadería
de olor alado!


¡Oh, qué mercadería
de tenue olor!
¡cómo inflama los aires
con su rubor!


¡Qué anegado de gritos
está el jardín!
«¡Yo, el heliotropo, yo!»
«¿Yo? El jazmín.»


Ay, pero el agua,
ay, si no huele a nada.


Tiene la noche un árbol
con frutos de ámbar;
tiene una tez la tierra,
ay, de esmeraldas.


El tesón de la sangre
anda de rojo;
anda de añil el sueño;
la dicha, de oro.


Tiene el amor feroces
galgos morados;
pero también sus mieses,
también sus pájaros.
Ay, pero el agua,
ay, si no luce a nada.


Sabe a luz, a luz fría,
sí, la manzana.
¡Qué amanecida fruta
tan de mañana!
¡Qué anochecido sabes,
tú, sinsabor!
¡cómo pica en la entraña
tu picaflor!


Sabe la muerte a tierra,
la angustia a hiel.
Este morir a gotas
me sabe a miel.


Ay, pero el agua,
ay, si no sabe a nada.


[BAILE]


Pobrecilla del agua,
ay, que no tiene nada,
ay, amor, que se ahoga,
ay, en un vaso de agua.


En el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma
—ciertamente.
Trae una sed de siglos en los belfos,
una sed fría, en punta, que ara cauces
en el sueño moroso de la tierra,
que perfora sus miembros florecidos,
como una sangre cáustica,
incendiándolos, ay, abriendo en ellos
desapacibles úlceras de insomnio.
Más amor que sed; más que amor, idolatría,
dispersión de criatura estupefacta
ante el fulgor que blande
—germen del trueno olímpico— la forma
en sus netos contornos fascinados.
¡Idolatría, sí idolatría!
Mas no le basta el ser un puro salmo,
un ardoroso incienso de sonido;
quiere, además, oírse.
Ni le basta tener sólo reflejos
—briznas de espuma
para el ala de luz que en ella anida;
quiere, además, un tálamo de sombra,
un ojo,
para mirar el ojo que la mira.
En el lago, en la charca, en el estanque,
en la entumida cuenca de la mano,
se consuma este rito de eslabones,
este enlace diabólico
que encadena el amor a su pecado.
En el nítido rostro sin facciones
el agua, poseída,
siente cuajar la máscara de espejos
que el dibujo del vaso le procura.
Ha encontrado, por fin,
en su correr sonámbulo,
una bella, puntual fisonomía.
Ya puede estar de pie frente a las cosas.
Ya es ella también, aunque por arte
de estas limpias metáforas cruzadas,
un encendido vaso de figuras.
El camino, la barda, los castaños,
para durar el tiempo de una muerte
gratuita y prematura, pero bella,
ingresan por su impulso
en el suplicio de la imagen propia
y en medio del jardín, bajo las nubes,
descarnada lección de poesía,
instalan un infierno alucinante.


Pero el vaso en sí mismo no se cumple.
Imagen de una deserción nefasta
¿qué esconde en su rigor inhabitado,
sino esta triste claridad a ciegas,
sino esta tentaleante lucidez?
Tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil.
Epigrama de espuma que se espiga
ante un auditorio anestesiado,
incisivo clamor que la sordera
tenaz de los objetos amordaza,
flor mineral que se abre para adentro
hacia su propia luz,
espejo ególatra
que se absorbe a sí mismo contemplándose.
Hay algo en él, no obstante, acaso un alma,
el instinto augural de las arenas,
una llaga tal vez que debe al fuego,
en donde le atosiga su vacío.
Desde este erial aspira a ser colmado.
En el agua, en el vino, en el aceite,
articula el guión de su deseo;
se ablanda, se adelgaza;
ya su sobrio dibujo se le nubla,
ya embozado en el giro de un reflejo,
en un llanto de luces se liquida.


Mas la forma en sí misma no se cumple.
Desde su insigne trono faraónico,
magnánima,
deífica,
constelada de epítetos esdrújulos,
rige con hosca mano de diamante.
Está orgullosa de su orondo imperio.
¡En las augustas pituitarias de ónice
no juega, acaso, el encendido aroma
con que arde a sus pies la poesía?
¡Ilusión, nada más gentil narcótico
que puebla de fantasmas los sentidos!
Pues desde ahí donde el dolor emite
¡oh turbio sol de podre!
el esmerado brillo que lo embosca,
ay, desde ahí, presume la materia
que apenas cuaja su dibujo estricto
y ya es un jardín de huellas fósiles,
estruendoso fanal,
rojo timbre de alarma en los cruceros
que gobierna la ruta hacia otras formas.
La rosa edad que esmalta su epidermis
—senil recién nacida—
envejece por dentro a grandes siglos.
Trajo puesta la proa a lo amarillo.
El aire se coagula entre sus poros
como un sudor profuso
que se anticipa a destilar en ellos
una esencia de rosas subterráneas.
Los crudos garfios de su muerte suben,
como musgo, por grietas inasibles,
ay, la hostigan con tenues mordeduras
y abren hueco por fin a aquel minuto
—¡miradlo en la lenteja del reloj,
neto, puntual, exacto,
correrse un eslabón cada minuto!—
cuando al soplo infantil de un parpadeo,
la egregia masa de ademán ilustre
podrá caer de golpe hecha cenizas.


No obstante —¿por qué no?— también en ella
tiene un rincón el sueño,
árido paraíso sin manzana
donde suele escaparse de su rostro,
por el rostro marchito del espectro
que engendra aletargada, su costilla.
El vaso de agua es el momento justo.
En su audaz evasión se transfigura,
tuerce la órbita de su destino
y se arrastra en secreto hacia lo informe.
La rapiña del tacto no se ceba
—aquí, en el sueño inhóspito—
sobre el templado nácar de su vientre,
ni la flauta Don Juan que la requiebra
musita su cachonda serenata.
El sueño es cruel,
ay, punza, roe, quema, sangra, duele.
Tanto ignora infusiones como ungüentos.
En los sordos martillos que la afligen
la forma da en el gozo de la llaga
y el oscuro deleite del colapso.
Temprana madre de esa muerte niña
que nutre en sus escombros paulatinos,
anhela que se hundan sus cimientos
bajo sus plantas, ay, entorpecidas
por una espesa lentitud de lodo;
oye nacer el trueno del derrumbe;
siente que su materia se derrama
en un prurito de ácidas hormigas;
que, ya sin peso, flota
y en un claro silencio se deslíe.
Por un aire de espejos inminentes
¡oh impalpables derrotas del delirio!
cruza entonces, a velas desgarradas,
la airosa teoría de una nube.


En la red de cristal que la estrangula,
el agua toma forma,
la bebe, sí, en el módulo del vaso,
para que éste también se transfigure
con el temblor del agua estrangulada
que sigue allí, sin voz, marcando el pulso
glacial de la corriente.
Pero el vaso
—a su vez—
cede a la informe condición del agua
a fin de que —a su vez— la forma misma,
la forma en sí, que está en el duro vaso
sosteniendo el rencor de su dureza
y está en el agua de aguijada espuma
como presagio cierto de reposo,
se pueda sustraer al vaso de agua;
un instante, no más,
no más que el mínimo
perpetuo instante del quebranto,
cuando la forma en sí, la pura forma,
se abandona al designio de su muerte
y se deja arrastrar, nubes arriba,
por ese atormentado remolino
en que los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero,
a construir el escenario de la nada.
Las estrellas entonces ennegrecen.

Han vuelto al dardo insomne
a la noche perfecta de su aljaba.


Porque en el lento instante del quebranto,
cuando los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero
y en la pira arrogante de la forma
se abrasan, consumidos por su muerte
—¡ay, ojos, dedos, labios,
etéreas llamas del atroz incendio!—
el hombre ahoga con sus manos mismas,
en un negro sabor de tierra amarga,
los himnos claros y los roncos trenos
con que cantaba la belleza,
entre tambores de gangoso idioma
y esbeltos címbalos que dan al aire
sus golondrinas de latón agudo;
ay, los trenos e himnos que loaban
la rosa marinera
que consuma el periplo del jardín
con sus velas henchidas de fragancia;
y el malsano crepúsculo de herrumbre,
amapola del aire lacerado
que se pincha en las púas de un gorjeo;
y la febril estrella, lis de calosfrío,
punto sobre las íes
de las tinieblas;
y el rojo cáliz del pezón macizo,
sola flor de granado
en la cima angustiosa del deseo,
y la mandrágora del sueño amigo
que crece en los escombros cotidianos
—ay, todo el esplendor de la belleza
y el bello amor que la concierta toda
en un orbe de imanes arrobados.


Porque el tambor rotundo
y las ricas bengalas que los címbalos
tremolan en la altura de los cantos,
se anegan, ay, en un sabor de tierra amarga,
cuando el hombre descubre en sus silencios
que su hermoso lenguaje se le agosta,
se le quema —confuso— en la garganta,
exhausto de sentido;
ay, su aéreo lenguaje de colores,
que así se jacta del matiz estricto
en el humo aterrado de sus sienas
o en el sol de sus tibios bermellones;
él, que discurre en la ansiedad del labio
como una lenta rosa enamorada;
él, que cincela sus celos de paloma
y modula sus látigos feroces;
que salta en sus caídas
con un ruidoso síncope de espumas;
que prolonga el insomnio de su brasa
en las mustias cenizas del oído;
que oscuramente repta
e hinca enfurecido la palabra
de hiel, la tuerta frase de ponzoña;
él que labra el amor del sacrificio
en columnas de ritmos espirales,

sí, todo él, lenguaje audaz del hombre,
se le ahoga —confuso— en la garganta
y de su gracia original no queda
sino el horror de un pozo desecado
que sostiene su mueca de agonía.
Porque el hombre descubre en sus silencios
que su hermoso lenguaje se le agosta
en el minuto mismo del quebranto,
cuando los peces todos
que en cautelosas órbitas discurren
como estrellas de escamas, diminutas,
por la entumida noche submarina,
cuando los peces todos
y el ulises salmón de los regresos
y el delfín apolíneo, pez de dioses,
deshacen su camino hacia las algas;
cuando el tigre que huella
la castidad del musgo
con secretas pisadas de resorte
y el bóreas de los ciervos presurosos
y el cordero Luis XV, gemebundo,
y el león babilónico
que añora el alabastro de los frisos
—¡flores de sangre, eternas,
en el racimo inmemorial de las especies!—
cuando todos inician el regreso
a sus mudos letargos vegetales;

cuando la aguda alondra se deslíe
en el agua del alba,
mientras las aves todas
y el solitario búho que medita
con su antifaz de fósforo en la sombra,
la golondrina de escritura hebrea
y el pequeño gorrión, hambre en la nieve,
mientras todas las aves se disipan
en la noche enroscada del reptil;
cuando todo —por fin— lo que anda o repta
y todo lo que vuela o nada, todo,
se encoge en un crujir de mariposas,
regresa a sus orígenes
y al origen fatal de sus orígenes,
hasta que su eco mismo se reinstala
en el primer silencio tenebroso.


Porque los bellos seres que transitan
por el sopor añoso de la tierra
—¡tragos de sangre, libres,
en la pantalla de su sueño impuro!—
todos se dan a un frenesí de muerte,
ay, cuando el sauce
acumula su llanto
para urdir la substancia de un delirio
en que —¡tú! ¡yo! ¡nosotros!— de repente,
a fuerza de atar nombres destemplados,
ay, no le queda sino el tronco prieto,
desnudo de oración ante su estrella;
cuando con él, desnudos, se sonrojan
el álamo temblón de encanecida barba
y el eucalipto rumoroso,
témpano de follaje
y tornillo sin fin de la estatura
que se pierde en las nubes, persiguiéndose;
y también el cerezo y el durazno
en su loca efusión de adolescentes
y la angustia espantosa de la ceiba
y todo cuanto nace de raíces,
desde el heroico roble hasta la impúbera
menta de boca helada;
cuando las plantas de sumisas plantas
retiran el ramaje presuntuoso,
se esconden en sus ásperas raíces
y en la acerba raíz de sus raíces
y presas de un absurdo crecimiento
se desarrollan hacia la semilla,
hasta quedar inmóviles
¡oh cementerios de talladas rosas!
en los duros jardines de la piedra.


Porque desde el anciano roble heroico
hasta la impúbera
menta de boca helada,
ay, todo cuanto nace de raíces
establece sus tallos paralíticos
en los duros jardines de la piedra,
cuando el rubí de angélicos melindres
y el diamante iracundo
que fulmina a la luz con un reflejo,
más el ario zafir de ojos azules
y la geórgica esmeralda que se anega
en el abrilde su robusta clorofila,
una a una, las piedras delirantes,
con sus lindas hermanas cenicientas,
turquesa, lapislázuli, alabastro,
pero también el oro prisionero
y la plata de lengua fidedigna,
ingenuo ruiseñor de los metales
que se ahoga en el agua de su canto;
cuando las piedras finas
y los metales exquisitos, todos,
regresan a sus nidos subterráneos
por las rutas candentes de la llama,
ay, ciegos de su lustre,
ay, ciegos de su ojo,
que el ojo mismo,
como un siniestro pájaro de humo,
en su aterida combustión se arranca.


Porque raro metal o piedra rara,
así como la roca escueta, lisa,
que figura castillos
con sólo naipes de aridez y escarcha,
y así la arena de arrugados pechos
y el humus maternal de entraña tibia,
ay, todo se consume
con un mohíno crepitar de gozo,
cuando la forma en sí, la forma pura,
se entrega a la delicia de su muerte
y en su sed de agotarla a grandes luces
apura en una llama
el aceite ritual de los sentidos,
que sin labios, sin dedos, sin retinas,
sí paso a paso, muerte a muerte, locos,
se acogen a sus túmidas matrices,
mientras unos a otros se devoran
al animal, la planta
a la planta, la piedra
a la piedra, el fuego
al fuego, el mar
al mar, la nube
a la nube, el sol
hasta que todo este fecundo río
de enamorado semen que conjuga,
inaccesible al tedio,
el suntuoso caudal de su apetito,
no desemboca en sus entrañas mismas,
en el acre silencio de sus fuentes,
entre un fulgor de soles emboscados,
en donde nada es ni nada está,
donde el sueño no duele,
donde nada ni nadie, nunca, está muriendo
y solo ya, sobre las grandes aguas,
flota el Espíritu de Dios que gime
con un llanto más llanto aún que el llanto,


como si herido —¡ay, Él también!— por un cabello
por el ojo en almendra de esa muerte
que emana de su boca,
hubiese al fin ahogado su palabra sangrienta.


¡ALELUYA, ALELUYA!


¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
es una espesa fatiga,
un ansia de trasponer
estas lindes enemigas,
este morir incesante,
tenaz, esta muerte viva,
¡oh Dios! que te está matando
en tus hechuras estrictas,
en las rosas y en las piedras,
en las estrellas ariscas
y en la carne que se gasta
como una hoguera encendida,
por el canto, por el sueño,
por el color de la vista.


¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
ay, una ciega alegría,
un hambre de consumir
el aire que se respira,
la boca, el ojo, la mano;
estas pungentes cosquillas
de disfrutarnos enteros
en sólo un golpe de risa,
ay, esta muerte insultante,
procaz, que nos asesina
a distancia, desde el gusto
que tomamos en morirla,
por una taza de té,
por una apenas caricia.


¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
es una muerte de hormigas
incansables, que pululan
¡oh Dios! sobre tus astillas,
que acaso te han muerto allá,
siglos de edades arriba,
sin advertirlo nosotros,
migajas, borra, cenizas
de ti, que sigues presente
como una estrella mentida
por su sola luz, por una
luz sin estrella, vacía,
que llega al mundo escondiendo
su catástrofe infinita.


[BAILE]


Desde mis ojos insomnes
mi muerte me está acechando,
me acecha, sí, me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda putilla del rubor helado,
anda, vámonos al diablo!