De origen austriaco, este instrumento se utilizó entre los siglos XV y XVIII. Era una especie de vergüenza pública que se aplicaba sobre todo a los borrachos que causaban desorden en las urbes.
Había dos clases de "picotas en tonel": las que tenían el fondo cerrado, en las que la víctima se colocaba dentro, con orines y estiércol o simplemente con agua podrida; y las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de la ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor debido a su gran peso.
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