James Byron Dean (1931-1955) es uno de los íconos más importantes de Estados Unidos. Actor de gran talento, impresionó a los críticos con sus caracterización de joven tosco, solitario, melancólico e inconformista en cintas como Al este del paraíso (1955), Rebelde sin causa (1955) y Gigante (1956). Se auguraba que llegaría a interpretar grandes roles en un futuro... pero murió a los 24 años, antes de que se estrenaran sus últimas dos películas.
¿La causa? Un accidente automovilístico. Dean era un fanático de las carreras de autos; de hecho, había participado en algunas, quedando siempre entre los primeros puestos. También era aficionado a los porsches. Es en uno de estos autos donde su vida llegaría a su fin.
Mientras filmaba la que sería su última película (Gigante), James Dean compró un porsche Spyder 550, al que bautizaría como "The little Bastard". Dean decidió estrenareste auto en una competencia automovilística en el aeropuerto de Salinas
El 30 de septiembre de 1955, el actor enganchó el Porsche a su Ford Station Wagon para llevarlo a los talleres de Competition Motors para una puesta a punto. Su mecánico, Rolf Wütherich, pasó tres horas poniendo a punto el motor de alto rendimiento y un cinturón de seguridad en el asiento del conductor. Antes de ir a Salinas, Dean decidió conducir el Porsche en lugar de remolcarlo, pues deseaba probarlo antes de la carrera; en el viaje lo acompañó el mecánico.
En la encrucijada de las rutas 41 y 46 en la localidad de Cholame, California, un Ford Custom Tudor coupe modelo '50 se acercó a gran velocidad, sin ver el auto del actor. Dean trató de esquivarlo, pero no pudo: chocó de costado contra el Ford, perdiendo la vida camino al hospital de Paso Robles. El conductor del Ford, un estudiante de nombre Donald Turnupseed, se rompió la nariz además de lastimarse un hombro; el mecánico de Dean salió despedido del coche y al caer se destrozó una pierna y se rompió la mandíbula.
El médico forense que examinó a Dean tras su muerte, declaró que el cadáver presentaba fracturas múltiples en ambos antebrazos, una pierna fracturada, el cuello roto, sin contar los numerosos cortes en la cara y el torso.
Pero los ecos de la tragedia siguieron resonando a través de la leyenda de la maldición del auto: George Barkuis, el chofer que acarreaba el Spyder en un camión, murió cuando el Porsche cayó sobre él después de que lo recogiera del lugar del accidente. Un especialista en el armado de autos llamado George Barris compró el vehículo, pero al llegar a su garage, el coche se desliza y cae sobre uno de los mecánicos que lo descargaban, quebrándole ambas piernas.
Después de este acontecimiento, Barris vendió el porsche por piezas. Todas las personas que compraron el motor de "Little Bastard" para instalarlo en sus autos, murieron o salieron lesionados en accidentes de tráfico. Posteriormente, el modelo original se reconstruyó el para una exposición en 1960, pero durante el traslado desapareció y nunca más se ha vuelto a saber algo de él.
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