sábado, 30 de octubre de 2010

CIUDAD EN TINIEBLAS O LA IDENTIDAD MÁS ALLÁ DE LA MEMORIA


TÍTULO ORIGINAL: Dark City
AÑO: 1998
DURACIÓN: 100 min.
PAÍS: E.U.A.
DIRECTOR: Alex Proyas
GUIÓN: Alex Proyas, Lem Dobbs, David S. Goyer
MÚSICA: Trevor Jones
FOTOGRAFÍA: Dariusz Wolski
REPARTO: Rufus Sewell, Kiefer Sutherland, William Hurt, Jennifer Connelly, Richard O'Brien, Ian Richardson, Colin Friels, Melissa George

John Murdoch despierta en una habitación de hotel. No sabe quién es ni por qué hay una mujer muerta en ese lugar. El teléfono suena: una voz le advierte que los "extraños" vienen por él. La presecución comienza y pronto Murdoch descubrirá que bajo la ciudad habita una especie alienígena que experimenta con los humanos borrando sus recuerdos e implantando otros, con el objetivo de descubrir la esencia del alma humana.
Ésta es la premisa de la Ciudad en tinieblas, segundo largometraje de Alex Proyas (El cuervo). Se trata de una cinta de ciencia ficción con evidente estética noir y estilo comic que mantiene el interés del espectador desde el primer minuto debido a su ritmo trepidante y ágil manejo de cámaras.
El look del filme también es de destacar. Influenciado no sólo por el cine noir, sino también por las películas expresionistas (que también influyeron en el noir, como ya había comentado en otro post), en especial por Metrópolis de Fritz Lang, Proyas muestra una ciudad claustrofóbica, gótica, compleja; esta ciudad donde siempre es de noche se transforma en un personaje de gran relevancia dentro de la película: su retorcida arquitectura encuentra eco en la mente de Murdoch, trastocada por los recuerdos a medias que le intentaron implantar.
Sin embargo, no debe pensarse que este es un filme excluivamente de acción o un mero pretexto para un diseño de arte espectacular. Debajo del envoltorio de cine comercial se encuentra una reflexión más profunda: ¿Qué es lo que nos hace ser como somos? ¿Qué define nuestra individualidad? Los extraños piensan que los seres humanos somos la suma de nuestros recuerdos: si le implantamos la memoria de una persona a otra, entonces este segundo individuo deberá actuar de la misma manera en que el primero lo hizo. Y aquí es donde reside el mérito del guión: la respuesta que da la película es "no". Las personas tenemos libre albedrío, personalidad propia; si bien es cierto que nuestras experiencias ayudan a formar una visión del mundo, los seres humanos no sólo somos la suma de estas experiencias. La fatalidad no nos arrastra a cometer los errores de otro en circunstancias similares (o, en este caso, idénticas), porque hay algo que nos vuelve únicos.
Una película de culto. Auténtica ciencia ficción propositiva.

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