domingo, 31 de octubre de 2010

HALLOWEEN


Estamos a 31 de octubre y es la época de Halloween. Sin embargo, ¿cuántas personas conocen el verdadero significado de esta festividad? Aquí algunos datos que espero les resulten interesantes.
Halloween tiene su origen en una festividad céltica conocida como Samhain, que deriva de irlandés antiguo y significa "fin del verano". En el Samhain se celebraba el final de la temporada de cosechas; además, esta fecha era considerada como el “Año Nuevo Celta”.
Los antiguos celtas creían que la línea que une a este mundo con el más allá se desvanecía con la llegada del Samhain, permitiendo a los espíritus cruzar. Los ancestros familiares eran invitados y homenajeados mientras que los espíritus dañinos eran alejados gracias al uso de trajes y máscaras que permitían a las prsonas adoptar la apariencia de un espíritu maligno para evitar ser dañado.
De entre todos los visitantes, había uno especialmente malévolo que deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo "trato o truco". La leyenda asegura que lo mejor era hacer trato, sin importar el costo que éste tuviera, pues de no pactar con este espíritu (que más tarde recibiría el nombre de Jack O'Lantern, con el que se conocen a las tradicionales calabazas de Halloween), él usaría sus poderes para hacer "truco", que consistía en maldecir la casa y a sus habitantes, causándoles toda clase de infortunios, como enfermedades en la familia, muerte del ganado o incluso incendios que arrasaban con todos los bienes.

Cuando tuvo lugar la ocupación romana de los dominios celtas la festividad fue asimilada por los invasores.
En una época en la que predominaban las festividades paganas, los Papas Gregorio III (731–741) y Gregorio IV (827–844) intentaron suplantarla por una festividad cristiana (Día de Todos los Santos) que fue trasladada del 13 de mayo al 1 de noviembre.
Sin embargo, los inmigrantes irlandeses transmitieron versiones de la tradición durante la Gran hambruna irlandesa. Fueron ellos quienes difundieron la costumbre de tallar los "Jack-o'-lantern" (calabaza hueca con una vela dentro), inspirada en la leyenda de "Jack el Tacaño" .
Esta leyenda habla de un granjero que engañaba y mentía a vecinos y amigos. Su conducta le ocasionó toda clase de enemistades, así como una reputación de persona tan malvada que rivalizaría con el mismísimo Satanás.
El Diablo, a quien llegó el rumor de tan negra alma, acudió a comprobar si efectivamente era un rival de semejante calibre. Disfrazado como un hombre normal acudió al pueblo de éste y se puso a beber con él durante largas horas, revelando su identidad tras ver que en efecto, Jack era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo para pagar por sus pecados, el hombre le pidió una ronda más como última voluntad. El Diablo se lo concedió pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó a Lucifer a convertirse en una moneda para pagar la ronda y demostrar sus poderes. Satanás lo hizo, pero en lugar de pagar con la moneda Jack la metió en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí, el Diablo ordenó al granjero que le dejara libre, pero Jack le dijo que no lo haría a menos que prometiera volver al infierno para no molestarle durante un año.
Transcurrido ese tiempo, el Diablo apareció de nuevo en casa de Jack para llevárselo al inframundo pero de nuevo el hombre pidió un último deseo, en este caso que el Diablo cogiera una manzana situada en lo alto de un árbol para así tener su última comida antes de su tormento. Lucifer accedió, pero cuando estaba en el árbol, Jack talló una cruz en su tronco para que Satanás no pudiera escapar. En esta ocasión, Jack le pidió no ser molestado en diez años, además de otra condición: que nunca pudiera reclamar su alma para el infierno. Satanás accedió y Jack se vio libre de su amenaza.
No obstante, tras morir (mucho antes de esos diez años pactados), Jack no pudo arribar al cielo, pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, así es que fue enviado al Infierno. Pero allí tampoco podían aceptarlo debido al trato que había realizado con el Diablo, así es que fue condenado a deambular por los caminos con un carbón ardiendo dentro de un nabo hueco como única luz que guiara su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal. Con el paso del tiempo Jack el Tacaño fue conocido como Jack el de la Linterna o "Jack of the Lantern", nombre que se abrevió al definitivo "Jack O'Lantern". Esta es la razón de usar nabos (y más tarde calabazas, al ser más grandes y fáciles de tallar) para alumbrar el camino a los difuntos en Halloween, y también el motivo de decorar las casas con estas figuras: así se evita que Jack llame a la puerta de las casas y proponga Truco o trato.

sábado, 30 de octubre de 2010

CIUDAD EN TINIEBLAS O LA IDENTIDAD MÁS ALLÁ DE LA MEMORIA


TÍTULO ORIGINAL: Dark City
AÑO: 1998
DURACIÓN: 100 min.
PAÍS: E.U.A.
DIRECTOR: Alex Proyas
GUIÓN: Alex Proyas, Lem Dobbs, David S. Goyer
MÚSICA: Trevor Jones
FOTOGRAFÍA: Dariusz Wolski
REPARTO: Rufus Sewell, Kiefer Sutherland, William Hurt, Jennifer Connelly, Richard O'Brien, Ian Richardson, Colin Friels, Melissa George

John Murdoch despierta en una habitación de hotel. No sabe quién es ni por qué hay una mujer muerta en ese lugar. El teléfono suena: una voz le advierte que los "extraños" vienen por él. La presecución comienza y pronto Murdoch descubrirá que bajo la ciudad habita una especie alienígena que experimenta con los humanos borrando sus recuerdos e implantando otros, con el objetivo de descubrir la esencia del alma humana.
Ésta es la premisa de la Ciudad en tinieblas, segundo largometraje de Alex Proyas (El cuervo). Se trata de una cinta de ciencia ficción con evidente estética noir y estilo comic que mantiene el interés del espectador desde el primer minuto debido a su ritmo trepidante y ágil manejo de cámaras.
El look del filme también es de destacar. Influenciado no sólo por el cine noir, sino también por las películas expresionistas (que también influyeron en el noir, como ya había comentado en otro post), en especial por Metrópolis de Fritz Lang, Proyas muestra una ciudad claustrofóbica, gótica, compleja; esta ciudad donde siempre es de noche se transforma en un personaje de gran relevancia dentro de la película: su retorcida arquitectura encuentra eco en la mente de Murdoch, trastocada por los recuerdos a medias que le intentaron implantar.
Sin embargo, no debe pensarse que este es un filme excluivamente de acción o un mero pretexto para un diseño de arte espectacular. Debajo del envoltorio de cine comercial se encuentra una reflexión más profunda: ¿Qué es lo que nos hace ser como somos? ¿Qué define nuestra individualidad? Los extraños piensan que los seres humanos somos la suma de nuestros recuerdos: si le implantamos la memoria de una persona a otra, entonces este segundo individuo deberá actuar de la misma manera en que el primero lo hizo. Y aquí es donde reside el mérito del guión: la respuesta que da la película es "no". Las personas tenemos libre albedrío, personalidad propia; si bien es cierto que nuestras experiencias ayudan a formar una visión del mundo, los seres humanos no sólo somos la suma de estas experiencias. La fatalidad no nos arrastra a cometer los errores de otro en circunstancias similares (o, en este caso, idénticas), porque hay algo que nos vuelve únicos.
Una película de culto. Auténtica ciencia ficción propositiva.

viernes, 29 de octubre de 2010

DE ENFERMEDADES RARAS: LUPUS


El lupus es una enfermedad reumática sistémica y crónica, es decir que, además de afectar a las articulaciones y a los músculos, puede dañar la piel y casi todos los órganos. Su base es autoinmune puesto que se produce por la formación de anticuerpos. La evolución de la enfermedad se desarrolla en fases de brote y otras en los que los efectos de la enfermedad remiten. Asimismo, hay lupus muy severos y otros no tan graves como los que se manifiestan con afecciones en la piel. Esta patología afecta principalmente a las mujeres y en una época de la vida en la que se es fértil (entre 20 y 40 años). Se han descrito además casos en niños y ancianos.
La causa es desconocida. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad autoinmune hay distintos factores que pueden influir en el sistema inmunológico y provocar lupus. Se han barajado varias hipótesis, entre ellas la genética y el ambiente. La exposición a la luz solar también podría ser un factor liberador de la patología. De hecho, muchos individuos con lupus tienen fotosensibilidad a los rayos ultravioletas. Asimismo, las hormonas, en concreto los estrógenos femeninos, pueden ser los causantes de la enfermedad. De hecho, se ha observado que las píldoras anticonceptivas pueden acelerar su aparición en mujeres genéticamente predispuestas.
Al tratarse de una enfermedad multisistémica afecta a varios órganos. Presenta por un lado síntomas generales: el cansancio fácil, la pérdida de peso inexplicable, la fiebre prolongada que no se debe a ningún proceso infeccioso y alteraciones de la temperatura.
Además, los síntomas articulares y musculares se encuentran dentro de las manifestaciones clínicas más frecuentes. El 90% de los pacientes con lupus padecen dolor e inflamación en las articulaciones (artritis) en manos, muñecas, codos, rodillas y pies con más frecuencia. También es posible que aparezca rigidez articular por las mañanas. También es frecuente la afección en la piel. La lesión más conocida, aunque no la más frecuente, es la denominada “eritema en alas de mariposa”, que consiste en un enrojecimiento y erupción de la piel en las mejilla y la nariz.
También es frecuente la caída del cabello cuando la enfermedad está activa.
La enfermedad, además, puede afectar al corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro.


Existen dos tipos de lupus: Lupus eritematoso discoide, enfermedad crónica y recidivante caracterizada por manchas redondas rojas de bordes bien definidos sobre la piel; y Lupus eritematoso sistémico, enfermedad autoinmune con episodios de inflamación en las articulaciones, los tendones y otros tejidos conectivos y órganos.
El tratamiento de la enfermedad es muy distinto según el órgano al que afecte. Los corticoides se consideran el tratamiento básico puesto que todos los afectados en un momento u otro los toman. Si los órganos dañados son el pulmón, el corazón, el sistema nervioso central o el riñón, el tratamiento debe de ser mucho más agresivo y se basa en corticoides en dosis muy altas y tratamientos inmunosupresores. Si la enfermedad presenta síntomas como fiebre, cansancio o afecciones cutáneas, el tratamiento será menos agresivo y con corticoides o antipalúdicos. La alimentación debe de ser completa, sana y equilibrada. No hay ningún alimento perjudicial para el paciente. Por otro lado, cuando la enfermedad afecta al riñón y sobre todo, cuando hay hipertensión arterial los pacientes tienen que saber que no es recomendable que consuman alimentos salados o condimentados.

jueves, 28 de octubre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: CILICIO DE PINCHOS


Los instrumentos provistos de pinchos en su interior han sido en distintas épocas muy útiles para torturar. Uno de los más conocidos es el cilicio de pinchos.
De origen probablemente francés o español, este cilicio fue utilizado entre los siglos XVIII y XIX. Se trata de un sencillo cinturón hecho de malla de alambre espinoso con casi 220 puntas de hierro dirigidas hacia dentro. Ceñido en torno la víctima, rápidamente  lacera la carne con cada pequeño movimiento, con la simple respiración; luego sobreviene la infección, la putrefacción y la gangrena.
Cabe aclarar que este tipo de instrumentos no sólo se usan como tortura, sino también para la automortificación de miembros de algunas órdenes religiosas.

miércoles, 27 de octubre de 2010

PLEONASMOS

Este término hace referencia a las expresiones redundantes, repetitivas, que en algunas ocasiones utilizamos los hablantes de una lengua. En el caso del castellano o español, los pleonasmos más evidentes son "subir para arriba", "bajar para abajo", "salir para afuera", "entrar para adentro" y el famoso (al menos para los mexicanos "oríllese a la orilla".
Sin embargo, existen muchos más: "reinició de nuevo", "deambular sin rumbo", "accidente fortuito", "yo personalmente", "actualmente en vigor", "cállate la boca", "cita previa", "antecedentes previos"...

martes, 26 de octubre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: CENTRO CULTURAL ROXY


UBICACIÓN: Mezquitan #80, Colonia Centro.

El cine Roxy se inauguró en marzo de 1937 con la proyección de la película Allá en el rancho grande y, posteriormente, la saga completa de Flash Gordon en el planeta de Mongo. Poco duraría este cine, que vería cerrarse sus puertas después de algún tiempo.
El edificio permanecería abandonado durante varios años, hasta la llegada de Rogelio Flores a la ciudad. Pronto, el lugar se convertiría en un sitio obligado para los jóvenes.
El 18 de mayo de 1990 se inaugura el Centro Cultural Roxy, restaurado en una primera etapa por el Taller de Arquitectura Tapatía, bajo la dirección del Juan Palomar (posteriormente Alejandro Canales retomaría esta labor).
Respetando sus formas originales, se le viste de azul y amarillo en un acabado de hacienda vieja, exaltando de esta manera sus rasgos regionales al mismo tiempo que acentuaba su carácter de arquitectura internacional (art decó).
En el espacio del foyer se instaló la galería Magritte con una exposición dela pintora Astrid Bidault, y así se marca el inicio de más de diez años de actividades que incluyen conciertos (casi mil) de rock, reggae, salsa, música brasileña, jazz, experimental, etcétera; en este recinto tocaron Radio Head, Dee Dee Ramone, Therion, Vehemot, Voodoo Glow Skulls, Mano Negra, Los Fabulosos Cadillacs, Animal, entre otros tantos, convirtiendo a este lugar en el centro de la contracultura tapatía.
También se llevaron a cabo presentaciones de libros, revistas alternativas, ciclos de danza contemporánea, teatro, performances, talleres de pintura, literatura, cine, pasarelas de diseñadores de ropa alternativa, etcétera. Un taller de libre expresión impartido por el poeta Ricardo Yáñez. Un encuentro con varios escritores coordinado por Martín Solares: Fernando del Paso, José Emilio Pacheco, Juan Villoro, Daniel Sada, Leonardo Da Jandra, Enrique Serna, fueron algunos de los participantes. Un taller de pintura que dirigió por cinco años el pintor Bernard Resve.
El ex cine Roxy de Guadalajara fue crucial en la escena musical de la ciudad. El congal, que durante 16 años regenteó Rogelio Flores, cerró sus puertas en 2007, con la promesa de volver. Eso no ha ocurrido.

lunes, 25 de octubre de 2010

NEORREALISMO ITALIANO

Fue un movimiento cinematográfico surgido en Italia después de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo consistía en plasmar la realidad sin adornos: reflejan principalmente la situación económica y moral de Italia en la posguerra, y reflexionan sobre los cambios en los sentimientos y en las condiciones de vida: frustración, pobreza, desesperación, etc. Sus principales representantes fueron Roberto Rossellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica.
Su característica principal consistió en su realismo extremo, visto desde la perspectiva de la cotidianeidad: estos directores no buscaron retratar la vida de personajes históricos de gran trascendencia, sino la de ciudadanos comunes cuya tragedia personal se enmarca dentro de la gran tragedia histórica que vive la nación. Se trata de un movimiento pesimista, propio de la postguerra europea, donde reina la desesperanza.
Los directores neorrealistas se enfocan en los seres más desafortunados, los más pobres y para ello recurren a individuos no profesionales de la actuación. Los actores secundarios (y en algunos casos, los protagonistas) de estos filmes tienden a ser personas desempleadas que lo perdieron todo debido a la guerra, lo que contribuye a darle mayor realismo a sus caracterizaciones.
Otra particularidad del neorrealismo es su tendencia a filmar en sitios verdaderos en lugar de recurrir a platós. Esto tiene una explicación: los estudios Cinecittà, que habían sido el centro de la producción cinematográfica italiana desde 1936, se encontraban ocupados por una multitud de personas desalojadas a causa de las penurias de la guerra, por lo que era imposible rodar en ellos.
Casi todos los críticos coinciden en identificar a Obsesión (1943), de Luchino Visconti, como la principal influencia del movimiento. A pesar de ser la adaptación de una novela norteamericana (El cartero llama dos veces), en esta obra se aprecian varias de las características del Neorrealismo: la visión desesperanzadora de una Italia hundida en la miseria y plagada de corrupción.
El neorrealismo adquirió resonancia mundial por primera vez con Roma, ciudad abierta (1945), de Roberto Rosellini primera película importante realizada en Italia tras el fin de la guerra. A pesar de la presencia de muchas características ajenas al neorrealismo, reflejaba claramente la lucha por la existencia que los italianos libraban día a día bajo la ocupación alemana de Roma, haciendo lo posible por resistir a la ocupación. Los niños juegan en la película un papel clave, y su presencia al final del filme es indicativa de su papel general en el neorrealismo: son testigos de la realidad descarnada de su tiempo y promesa de un futuro que podría ser mejor.
En El limpiabotas (1946), Vittorio De Sica muestra el daño causado por la experiencia bélica en el ánimo de los más débiles, los niños del proletariado.
1948 es un año importante para este movimiento cinematográfico: mientras Rossellini utiliza el suicidio de un niño como muestra de la deriva moral de una nación en Alemania, año cero, De Sica ofrece en Ladrón de bicicletas, la visión de un país suspendido entre esperanzas y frustraciones, todo esto visto a través de la historia de un hombre común que no se resigna a la desocupación forzosa. Ese mismo año, aparece La tierra tiembla, de Visconti, quien mezcla valores sociales y melodrama, instancias progresistas y una explosiva carnalidad.
Hacia principios de la década de los 50, el neorrealismo había desaparecido casi por completo. Las carreras de los directores del movimiento toman rumbos distintos, ajenos a las tendencias neorrealistas. Quizás la última gran obra de esta generación sea Umberto D (1952), de Vittorio De Sica,  lúcida y rigurosa descripción de la miserable soledad de un jubilado.

domingo, 24 de octubre de 2010

LOS EXPEDIENTES X O LA SERIE REVOLUCIONARIA


Fox Mulder y Dana Scully son dos agentes del FBI encargados de resolver casos atípicos, frecuentemente relacionados con abducciones extraterrestres y fenómenos paranormales. Estos personajes representan dos puntos de vista completamente opuestos: mientras que Mulder es un creyente de que la ciencia no puede explicar todo lo que pasa en este universo, Scully sostiene que todos los sucesos "inexplicables" sí pueden encontrar respuestas lógicas dentro del saber científico.
Esta es la base de Los expedientes X (1993-2002), una serie de culto que vino a cambiar la forma de hacer televisión. Su propuesta original consistía en darle una base científica a todos los fenómenos generalmente relacionados con avistamientos de OVNIS y relatos de terror; por tanto, la función  del personaje de Scully  era volver creíble lo inverosímil. No obstante, esta propuesta realista no pareció satisfacer mucho a la audiencia de la época: el rating de la primera temporada llegó a ser ta bajo que se consideró cancelar la serie. Afortunadamente, su creador, Chris Carter, logró convencer a los ejecutivos de la Fox, quienes le permitieron grabar una segunda temporada.
Y allí comenzó todo. Sin perder el enfoque científico, Carter procuró enriquecer la incipiente mitología de la serie: si bien sabíamos que las razones de Mulder para creer se relacionaban con la posible abducción de su hermana y que había sujetos dentro deli gobierno que trataban de esconder de la opinión pública la existencia de extraterrestres, lo cierto es que el desarrollo a fondo de esta mitología comenzó en 1994, con la segunda temporada.
Hay que decir que esto también se dio casi por accidente: hacia el final de la primera temporada, la actriz Gillian Anderson anunció estar embarazada, lo que dificultaría las grabaciones del programa. Por esta razón, los escritores decidieron que Scully debía ser abducida en los primeros capítulos de la segunda temporada, limitand su participación durante la parte más notoria de su embarazo. Este secuestro se constituiría como una de las principales bases de la mitología del programa.
La afición conspiracionista del estadounidense promedio encontró eco en las propuestas de la serie: en el programa, el gobierno experimentaba con teconología alienígena, desarrollaba híbridos humano-extraterrestres, inventaba historias para mantener desinformado al público.... Todo esto envuelto en un clima de misterio que lograba mantener el interés de los televidentes, a pesar de que resultaba obvio el hecho de que, mientras más avanzaba la serie, más preguntas se generaban sin que antes se hubieran resuelto las interrogantes anteriores.
Otra razon que explica el éxito de la serie son sus peronajes: Mulder es un antihéroe, un inadaptado, objeto de la burla de sus compañeros de trabajo, incapaz de relacionarse con los demás por lo que se expresa sarcásticamente de las otras figuras de autoridad que aparecen (policías, agentes del FBI, diplomáticos, etc.), además de sus aficiones a las películas pornográficas y a dormir en un sofá en lugar de su habitación. Scully, por el contrario, es fría, objetiva, criada en un ambiente sano pero rígido. La tensión sexual que generan los dos personajes juntos generó todavía más interés en la audiencia: todos deseábamos ver a Mulder y Scully involucrados en una relación menos profesional, más íntima.
Lamentablemente, con el paso del tiempo la serie vino a menos. La falta de respuestas cansó al público, los episodios cómicos que nada contribuían al programa se multiplicaron, los episodios relacionados con la mitología cada vez eran más escasos... David Duchovny (Mulder) se cansó de su personaje y quiso probar suerte en el cine, por lo que su personaje es abducido al final de la séptima temporada. El actor tuvo algunas apariciones hacia el final de la octava y un año más tarde apareció en el último episodio.
La introducción de personajes nuevos, acompañado de la desaparición del protagonista del programa, únicamente empeoró la situación. El rating cayó durante esos últimos dos años, manteniéndose en un nivel aceptable sólo gracias a la devoción de algunos fanáticos. Finalmente, ocurrió lo inevitable: la serie llegó a su fin después de nueve temporadas, proporcionando apenas unas cuantas mediocres respuestas a sus interrogantes.
Lo cierto es que la mayor parte de dichas respuestas habían sido dadas en la temporada cinco, antes de su primera película, y no generaron gran emoción: la típica invasión extraterrestre, el grupo de humanos que pacta para mantener sus privilegios una vez que la especie entera se halle sometida, el virus alienígena, Roswell.... ideas faltas de imaginación, trlladas, simples clichés.
Un triste final para una serie que estableció nuevos parámetros en la televisión norteamericana.

sábado, 23 de octubre de 2010

DE BIOGRAFÍAS INSÓLITAS: VINCENT VAN GOGH (1853-1890)


Vincent Van Gogh fue hijo de un pastor protestante, Theodorus van Gogh, y de Anna Cornelia Carbentus. Recibió los mismos nombres -Vincent Willem- que un hermano suyo que nació muerto justo un año antes que él. Cuatro años después de que Vincent arribara a este mundo, el 1 de mayo de 1857 nació su hermano Theodorus (Theo). Tuvo también otro hermano llamado Cornelis Vincent y tres hermanas: Elisabetha Huberta, Anna Cornelia y Wilhelmina Jacoba.
Durante la infancia asistió a la escuela de manera discontinua e irregular, sus padres le enviaron a diversos internados, el primero en Zevenbergen el año 1864 y más tarde en 1866 a Tilburg; dejó los estudios de manera definitiva a los 15 años.
Después de su salida de la escuela y una estancia durante un año en Zundert, empezó a trabajar como aprendiz en 1869 en Goupil & Co. de La Haya -luego Boussod & Valadon- , importante compañía internacional de comercio de arte. En el año de 1873, se trasladó a Londres. Fue aquí donde tuvo su primer enamoramiento con Úrsula, la hija de la patrona de la pensión donde se hospedaba, pero la chica se encontraba comprometida y le rechazó.
En mayo de 1875 fue destinado a París. Menos de un año después, fue despedido. A fines de marzo de 1876 regresa a Inglaterra, donde permanece dos años. En esta época, Vincent desarrolla un profundo misticismo que provoca en él un deseo de ser teólogo, anhelo que se ve frustrado debido a su desconocimiento del griego y el latín y su falta de seguridad para hablar en público.
En 1878, fue enviado como misionero a la región de Mons a las minas de Borinage, en Bélgica, donde en condiciones extremadamente duras realizó durante 22 meses un trabajo evangelizador entre los mineros de la zona; pero su fanatismo provocaba temor. Dormía en una pequeña barraca y su estado se degradaba cada día más; además repartía entre los pobres lo poco que tenía. Decía que estaba obligado a creer en Dios para poder soportar tantas desgracias. Cuando sus superiores se enteraron de todo lo que sucedía le enviaron a Cuesmes, por lo que permaneció un año completo en una absoluta pobreza y en contacto con los mineros, por los que sentía una gran simpatía.
Establecido en 1880 en Bruselas hizo amistad con el pintor neerlandés Anthon von Rappard. Se inscribió en la Academia de Bellas Artes donde estudió dibujo y perspectiva. En esta época realizó esbozos y dibujos basados en las pinturas de Jean-François Millet, representando personajes de campesinos y mineros, modelos de la vida cotidiana, y pintándolos muy realistas y con tonalidades oscuras.
El 12 de abril de 1881 Vincent llegó a Etten a visitar a su hermano. Durante este período va a casa de su primo, el pintor Anton Mauve, quien lo aconseja sobre la pintura; también vuelve a enamorarse, esta vez de una de sus primas Cornelia Adriana Vos-Stricker (Kee), quien acababa de enviudar, a la que propuso rápidamente matrimonio, la respuesta de Kee fue: «No, jamás, jamás». A pesar de esta negativa, insistió mediante cartas que la viuda no contestaba. Vincent insistió con los padres de ella, fue a su casa a intentar verla de nuevo, los familiares le llegaron a decir que su insistencia era «asquerosa».
En La Haya, su primo, Anton Mauve, le dio buenos consejos y le insistió en la importancia del aprendizaje de la perspectiva y el dibujo. Vincent realizó las primeras acuarelas y naturalezas muertas, utilizando tonos apagados, como lo demuestra las dos acuarelas: Los pobres y el dinero (1882) y Naturaleza muerta con col y zuecos (1881).
Por esa época, recogió de la calle a Clasina Maria Hoornik (Sien), una prostituta alcohólica, embarazada y con una hija, con la que vivió durante un año; tanto la madre como la hija le sirvieron de modelo. Sin embargo, este intento de vida familiar fracasó: por la falta de recursos económicos, Sien había vuelto a ejercer la prostitución y Van Gogh se veía continuamente presionado por su padre y su hermano a romper con ella, hecho que finalmente ocurrió.
Después de esto, Vincent se trasladó a Drenthe, al norte de los Países Bajos, donde permaneció durante tres meses y pintó temas paisajistas en pintura al óleo, en los que se puede apreciar la diferencia con los dibujos realizados anteriormente. Como quería plasmar todos los detalles, realizó los óleos con trazos gruesos y pinceladas espesas. Esta temporada sintió más que nunca la soledad. En diciembre de 1883 regresó nuevamente a la casa paterna, esta vez en Nuenen, donde el padre había sido trasladado.
El tejedor en el telar (1884) 70 x 85 cmEn Nuenen, fue bien recibido por su familia que le acondicionaron una habitación como taller. En este periodo se dedicó a dibujar y pintar los tejedores.
En el otoño de 1884, surgió un nuevo enamoramiento, ahora con la hija de un vecino, Margot Begemann, diez años mayor que Vincent, que le acompañaba en sus salidas pictóricas por el campo. Pensaron en contraer matrimonio, pero se encontraron con la firme oposición por parte de la familia de Margot, la cual llegó a intentar suicidarse. Poco después, el 26 de marzo de 1885, muere repentinamente el padre de Vincent. Las disputas por la herencia entre su madre y sus hermanas, hicieron que se fuera de su casa para irse a vivir a un lugar más amplio que le ofreció el sacristán de una iglesia católica; para su familia, que era protestante, este hecho fue considerado como una ofensa. 
En noviembre de 1885 llegó a Amberes, donde alquiló un pequeño taller sobre una tienda de pinturas, el alquiler lo pagaba su hermano. Compró en unos anticuarios algunas xilografías japonesas, y se dedicó a copiar modelos de yeso de esculturas antiguas, expuestas en la Real Academia, a pesar de su desacuerdo con la enseñanza académica. En esta época contrajo sífilis, que aunque fue tratada médicamente, le hizo perder casi todos los dientes.
En 1886 se mudó a París, para vivir junto a su hermano Theo Van Gogh, quien le presenta los trabajos del impresionismo; este contacto produce una paleta más luminosa, donde el color jugaría un rol fundamental en el resto de su obra. Durante los dos años siguientes habrían múltiples fricciones entre los dos hermanos; siempre fue Theo el que cedió y perdonó.
Exaltado por la intensidad del clima artístico de París, Van Gogh consiguió con la ayuda de Toulouse-Lautrec, la renovación de su pintura. Pudo apreciar las pinturas exóticas realizadas por Gauguin en la Martinica. Una de las cosas más importantes que aprendió en esta época fue la aplicación del contraste complementario, el contraponer los tres colores básicos (amarillo, rojo y azul) a la mezcla formada por los otros dos, como combinación rojo-verde, amarillo-violeta y azul-naranja que refuerzan su tono o se neutralizan al mezclarse en un gris deslucido.
El 21 de febrero de 1888 llega a Arlés, al sur de Francia. Al principio de su estancia se dedicó a la ejecución de retratos. Sin embargo, tenía dificultades para conseguir que alguien posase para Él, sobre todo si eran mujeres; la primera que pudo retratar fue una mujer joven a finales del mes de julio, y le puso el nombre de La Mousmé, nombre japonés que le inspiró la lectura del libro Madame Chisanthème de Pierre Loti. Con los hombres le fue más fácil convencerlos: a cambio les invitaba a una copa en la taberna.


Vincent tenía la intención de crear un taller de artistas, y para esto alquiló en mayo la «casa amarilla» (llamada así por tener paredes de ese color) en Place Lamartine situada al norte de la ciudad de Arles. Theo le envió trescientos francos para poder acondicionar y amueblar modestamente la casa. El único que atendió a su petición del taller fue Paul Gauguin.
Sin embargo, con el paso de las semanas, la convivencia de los dos artistas fue empeorando, debido a sus diferencias personales, acentuadas por el carácter temperamental de ambos. Pasados menos de dos meses, en la tarde del 23 de diciembre de 1888, Van Gogh y Gauguin tuvieron un altercado que dio origen a una de las explicaciones que se han dado acerca de la pérdida de la oreja derecha del primero, o de parte de ella. Esta versión indica que Van Gogh amenazó a Gauguin con una navaja y que, como consecuencia del disgusto, por la noche se mutiló el lóbulo de la oreja izquierda (no la oreja completa). A continuación, Van Gogh habría envuelto el lóbulo en un paño y se habría dirigido a su burdel favorito, donde presentó este «regalo» a una prostituta llamada Rachel. Posteriormente, habría regresado a la «casa amarilla» de Arles, donde se desmayaría. Descubierto por la policía, fue enviado al hospital Hôtel-Dieu, en Arles mismo. Se avisó a Theo, y Vincent quedó ingresado durante catorce días. Gauguin dejó Arles con rumbo a París y no volvió a tener contacto con Vincent, exceptuando algunas cartas posteriores.
Otras teorías apuntan a que, en realidad, Van Gogh habría perdido el lóbulo de su oreja como resultado de la agresión de Gauguin con su daga. Posteriormente, Gauguin ofrecería a la policía la versión de que la pérdida del lóbulo se habría debido a una autolesión. Un estudio forense practicado a los restos exhumados del artista ha interpretado que, efectivamente, la herida no pudo deberse a una automutilación.
Al regresar a su casa, Van Gogh pintó el Autorretrato con oreja vendada, mostrando toda la parte derecha de la cabeza con una venda. En el fondo en la parte izquierda, se puede ver una xilografía japonesa que con su colorido contrasta con el blanco de la parte de la cara donde tiene la herida. El cuadro debió ser pintado delante de un espejo, ya que la oreja herida fue la izquierda. Pasadas cuatro semanas volvió a ser ingresado ya que presentaba síntomas de manía persecutoria, se imaginaba que lo querían envenenar. Durante unos diez días estuvo bajo el tratamiento del Dr. Félix Rey. En marzo, atendiendo una petición de los vecinos de Arles que avisaron a la policía, fue ingresado una vez más, permaneciendo seis semanas en el Hospital Hôtel-Dieu de Arles. El 17 de abril, Theo contrajo matrimonio con Johanna Bonger en Ámsterdam. Poco después, Vincent decidió internarse voluntariamente en el hospital mental de Saint-Paul-de-Mausole, un ex-monasterio, en Saint-Rémy-de-Provence, a unos treinta y dos kilómetros de Arles.
En Sant Remy, volvió a tener la necesidad de copiar a pintores que admiraba, por lo que pidió a su hermano Theo que le enviase láminas de reproducciones, a partir de las que el interpretaba el color a su manera.


Volvió a tener nuevos colapsos, que le duraban más que en las veces anteriores; padecía angustia, terror y alucinaciones con accesos de ira muy intensos. Cuando volvió a escribir a Theo le explicó que había decidido abandonar la clínica. Después de una breve estancia en París con su hermano, decidió establecerse en Auvers-sur-Oise.
Trasladado a Auvers-sur-Oise, cercano a París, se instaló en una habitación de la pensión Ravoux. Allí conoció a un amigo de Theo, el Dr. Paul Gachet, pintor aficionado, que se ofreció a cuidarlo y visitarlo. Bajo la atención del Dr. Gachet la actividad artística de Van Gogh fue intensa: en dos meses pintó más de setenta cuadros.
Durante los últimos treinta meses de vida llegó a realizar 500 obras y en sus últimos 69 días firmó hasta 79 cuadros. Sin embargo, su depresión empeoró y el 27 de julio de 1890, a la edad de treinta y siete años, mientras paseaba por el campo, se disparó un tiro en el pecho. Volvió a la pensión Ravoux, donde murió en su cama dos días después, en brazos de su hermano Theo.
Vincent fue enterrado en el cementerio de Auvers-sur-Oise. Theo había contraído la sífilis, por lo que ingresó en un hospital. No pudo soportar el dolor de la ausencia de su hermano y murió seis meses más tarde, el 25 de enero, en Utrecht.
La fama de Vincent creció rápidamente después de su muerte, gracias a la promoción de la esposa de Theo que, aunque no tuvo una buena relación con el artista, resultó ser la única heredera de toda su obra tras el fallecimiento de su esposo, ocurrido poco después del pintor. Ha de señalarse que a ella se debe una de las pocas ventas de Van Gogh en vida del artista.

viernes, 22 de octubre de 2010

RESEÑA DE EL NOMBRE DE LA ROSA


El año es 1327. El franciscano Guillermo de Baskerville acompañado por su joven amanuense y discípulo, Adso, llegan a una abadía con el objetivo de preparar un primer encuentro entre franciscanos, cuya fidelidad se inclina por las ideas del emperador,  y benedictinos, aliados del Papa. La cuestión a zanjar gira en torno a la pobreza de Cristo; pero lo que en el fondo se debate es si los representantes de la Iglesia deben hacer votos de pobreza o si las teorías de San Francisco de Asís en torno a ésto representan una herejía. Sin embargo, la misión de Guillermo pronto cambiará de objetivo al enfrentarse a unos extraños crímenes ocurridos dentro de la abadía, crímenes que amenazan la realización del encuentro.
Éste es el punto de partida de la célebre novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco. En cuanto a aspectos formales, la historia es contada en primera persona por el ya anciano Adso, quien desea dejar un registro de los sucesos que presenció siendo joven en la abadía. El libro se divide en siete días y, salvo el último, los demás se subdividen en períodos correspondientes a las horas litúrgicas.
Si bien es cierto que las diez primeras páginas de la novela resultan cansadas para el lector no iniciado en el estilo de Eco, el resto del libro es de fácil lectura y su estilo resulta fascinante. El éxito de Eco se debe a su habilidad de mezclar elementos de géneros tradicionalmente considerados como menores o de consumo rápido con datos históricos muy detallados construidos a la manera de crónica acompañados de reflexiones filosóficas y un bello manejo del lenguaje.
A fin de cuentas, El nombre de la rosa puede ser definida como una provocadora mezcla de novela histórica (en su retrato de una época: la Edad Media), gótica y detectivesca. El apellido mismo de su protagonista hace referencia a la novela El sabueso de los Baskerville, de sir Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes).
Ésta es una novela que resulta obligatorio leer.

jueves, 21 de octubre de 2010

INSTRUMENTOS DE TORTURA: UÑAS DE GATO


Este intrumento consiste en largas pértigas con ganchos o rastrillos en su extremo, con los que se araña la piel del torturado, el cual era colgado desnudo.
Las uñas de gato permiten arrancar la piel a tiras o desgarrar la espalda, pecho o abdomen del condenado. Estas heridas pueden infectarse o ser usadas para posteriores torturas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

DIRECTORES DE CULTO: TAKASHI MIIKE (1960- )


Director japonés muy prolífico y controvertido. Ha dirigido más de setenta producciones teatrales, de video y televisivas desde su debut en 1991. Su obra ha escandalizado a muchos debido al manejo ultraviolento, escatológico y perverso que se observa en varios de sus filmes.
Miike se graduó de la Academia de Artes Visuales de Yokohama, bajo la dirección del reconocido director Shohei Imamura, fundador y decano de esa institución.
Una de las temáticas favoritas de Miike es la de los yakuzas. En numerosos filmes, este director asiático retrata el mundo del crimen: Full Metal Yakuza (1997), Graveyard of honor (2001) Agitator (2001) y Yakuza demon (2003), son fieles represantantes de su particular estilo.
Sin embargo, sería con la trilogía Dead or alive (1999, 2000 y 2002) que Miike llamaría la atención del público: se trata de tres películas no vinculadas entre sí que acostumbran retratar el mundo yakuza. La primera narra un enfrentamiento entre el líder de una banda que se encuentra obstinado a acabar con yakuzas y Tríadas, haciéndolos enfrentarse entre sí, y un honesto policia cuya familia acaba convirtiéndose en daño colateral de esta venganza. La secuencia inicial es extraordinaria: Miike no muestra reserva alguna en hacernos contemplar lo peor del ser humano y desmitificar la imagen del yakuza a través de la escena de un criminal asesinado mientras sodomizaba a otro. El final también destaca, pues ese esperado encuentro entre los dos protagonistas es caricaturizado al máximo por Miike, desorientando al espectador.
En la segunda pelicula, dos asesinos que crecieron en el mismo orfanato regresan a él en un intento de redención pero su pasado violento los alcanza. El tono de la película es completamente diferente al de su antecesora, mucho más lento y con menores dosis de violencia.
El tercer filme se enmarca dentro de la ciencia ficción, ubicándonos en un futuro donde el contacto sexual y la fecundación se encuentran prohibidos, por lo que surge un grupo revolucionario que busca defender los instintos básicos del ser humano. Cabe destacar la pelea final entre el replicante Ryo y Honda, lugarteniente del dictatorial alcalde: si en la primera cinta la contienda es caricaturizada al máximo, esta confrontación nos demuestra que Miike no conoce límites en su búsqueda de desconcertar al espectador.
Aún así, su filme de yakuzas más conocido (y celebrado o repudiado, dependiendo de los gustos del espectador) es Ichi the killer (2001). Adaptación de un manga de Hideo Yamamoto, la película plantea qué ocurriría si el sádico perfecto se encontrara con el masoquista ideal.  Kakihara, un yakuza psicópata, busca a su jefe desaparecido. Se cree que ha sido asesinado por un misterioso asesino que resulta ser Ichi, un tímido camarero, incapaz de entablar relaciones con ninguna mujer pero que destaza de forma brutal a quien sea. Depravada, enfermiza, escatológica, con un humor negro que en más de una ocasión causa asco, uno espera la confrontación entre estos dos personajes tan dispares y sólo puede sentir un aprecio ante el inocente sadismo de Ichi confrontado con el repugnante masoquismo de Kakihara.
Pero Takashi Miike también se distingue por otros géneros, tales como el thriller y el terror. La película que lo internacionalizó es Audition (1999), cinta en la que Aoyama, un hombre viudo de unos cincuenta años, comienza a sentir pesar por su soledad, lo que lleva a un director cinematográfico y amigo suyo a hacerle una propuesta insólita: se trata de realizar un casting supuestamente para un nuevo filme, pero que en realidad será una audición para hallar una nueva esposa para este hombre. Aunque al principio Aoyama se niega a realizar la audición, eventualmente accede y queda prendado de una joven. Pero ella es mucho más que una chica hermosa y esconde un peligroso secreto. Debo reconocer que no encuentro mayor interés en este filme que su final. De ritmo lento, trama predecible y carente de interés, Audition cautivó al público internacional, convirtiendo a Miike en un ícono.
Otra cinta de talla internacional de este director es Una llamada perdida (2003), filme que aprovechó el boom del cine de terror oriental para distribuir este producto en occidente. Yumi Nakamura ve cómo sus amigos mueren uno a uno víctimas de una extraña “maldición” que parece tener su origen en el celular. Con gran manejo del suspenso, el director genera sustos bastante efectivos gracias a sus técnicas de filmación, ocultando los huecos en el guión.
Al año siguiente, Miike participaría en Three ... extremes (2004), filme que consta de tres historias de terror realizadas por tres directores diferentes. En "La caja", la historia rodada por Miike, la joven Kyoko mata a su hermana pequeña encerrándola en una caja y quemándola después. A medida que pasa el tiempo, su sentimiento de culpa, que la persigue cada día.
Ese mismo año, el director filmaría Izo (2004), una historia de terror y venganza.
En 2006, participaría en la primera temporada de la serie Masters of horror. Su episodio, "Vestigios", no fue transmitido en televisión debido a su exceso de sangre y sexo. Sin embargo, se puede apreciar en la edición en DVD.
Lo grotesco forma parte importante de toda la filmografía de Miike. Aunque este elemento juega parte importante de varias cintas, hay películas en las cuales resulta fndamental. Tal es el caso de Visitor Q (2001): Un reportero televisivo que fuera atacado por jóvenes pandilleros (quienes lo violaron con el micrófono y grabaron toda la escena), trata de realizar un documental acerca de la violencia juvenil y el sexo. Para ello mantiene relaciones sexuales con su hija y observa a su hijo mientras es humillado por tres compañeros de colegio. En su casa el panorama es poco alentador, con una esposa adicta a las drogas y que es duramente golpeada por el hijo. En este marco ingresa un extraño, denominado 'Q', quien se integra a la familia como un visitante y provoca fuertes cambios en los demás, como la aparición del interés por la necrofilia por parte del padre o la explosión de que las cualidades lactantes de la madre.
Otro filme grotesco es Gozu (2003). Ozaki, miembro de los yakuza, parece haberse vuelto loco a causa de la presión que ha tenido que soportar durante años, por lo que el jefe de la banda ordena deshacerse de el a Minami, un yakuza de nivel bajo. Pero éste se siente presionado por su conciencia ya que Ozaki le salvo la vida en una ocasión. Hasta este punto parece ser una típica película de yakuzas; no obstante, Miike se traslada lentamente al género del  terror a través de escenas grotescas y oníricas que parecen influenciadas por el cine de David Lynch.
Los personajes patéticos que se observan en los filmes de Miike encuentran su apoteosis en Zebraman (2004): siendo un fracaso como profesor y hombre de familia, Shinichi intenta escapar de su rutina vistiendo a diario como el superhéroe Zebraman. Cabe destacar que este mismo año, Miike presentó la secuela de este filme.
Finalmente, como anécdota, cabe destacar la participación de la mexicana Patricia Manterola (sí, miembro de esa aberración que fue el grupo Garibaldi) en el filme de yakuzas The city of the lost souls (2001).

martes, 19 de octubre de 2010

CONOCIENDO GUADALAJARA: CALZADA INDEPENDENCIA


UBICACIÓN: comienza en la perpendicularidad de la Avenida Washington y termina en el Parque Mirador Independencia en la Barranca de Huentitán

En sus orígenes, esta zona formaba el río San Juan de Dios, que nacía en los manantiales del actual Parque Agua Azúl y sus cauces naturales llegaban hasta la Barranca de Huentitán, para convertirse en afluente del Río Santiago.
En 1910, el entonces gobernador de la ciudad, el coronel Miguel Ahumada, propuso entubar el río y formalizar un paseo que honraría con su nombre al presidente Porfirio Díaz al mismo tiempo que serviría de celebración para el centenario de la Independencia. El proyecto pretendía construir un paseo similar a los de Europa, así es que se utilizó pavimento de concreto; también se crearon banquetas y camellones con espacios para jardín.
El río fue embovedado desde el puente Medrano hasta la terminación de la Alameda y recibió el nombre de "Calzada Porfirio Díaz" (nombre que cambiaría después de la revolución Mexicana). Sin embargo, no fue sino hasta la segunda década del siglo XX cuando esta arteria de la ciudad se vería concluida, por instrucciones del gobernador José Guadalupe Zuno. Esta segunda etapa incluyó su prolongación de norte a sur y la alineación de las banquetas, así como el desmantelamiento de los puentes. En 1933 el regidor tapatío Cosme Sáinz terminó los últimos ajustes y arreglos a esta arteria.
En 2008, el gobierno estatal encabezado por Emilio González Márquez inició trabajos para dar una nueva cara al corredor, pues en las últimas décadas la imagen de la Calzada no ha sido la mejor. La solución para la mejoría del lugar y los problemas de vialidad de la zona fue la construcción de la línea 1 del macrobús, un autobús de tránsito rápido.
A lo largo de la calzada han florecido hoteles, negocios internacionales, las oficinas de la Organización Editorial Mexicana y cientos de conjuntos residenciales. Con el paso del tiempo, sobre la Calzada se han construido lugares de suma importancia para la ciuda: en 1952, el Estadio Jalisco, en 1967 la Plaza de Toros Monumental de Jalisco (hoy Nuevo Progreso) y, a finales de 1980, el Zoológico Guadalajara, el Parque Mirador Independencia, el Centro Universitario de Arte Arquitectura y Diseño (CUAAD) y el Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara.
Numerosas construcciones se observan sobre la calzada, destacando de entre ellas el monumento a la Independencia: sobre una base cuadrangular de cantera rosa con esquinas ochavadas se levanta una labrada pilastra de la misma cantera, que en su parte inferior tiene cuatro salientes con esculturas de mármol blanco, de un realismo sorprendente; por un lado se encuentra la historia, representada por la figura de una graciosa mujer sentada, que detiene con la mano izquierda un libro apoyado en su rodilla. En el lado opuesto vemos otra figura femenina en posición sedente, simbolizando la epopeya nacional, que toca una trompeta y sostiene con la mano izquierda el lábaro patrio en actitud airosa y triunfal. En la cara principal de la pilastra, se observa la efigie del padre Hidalgo, quien dirige con decisión a sus hijos oprimidos, que comienzan a levantarse para luchar por la libertad.
o

También sobre la calzada se encuentra la fuente olímpica, la cual se engalana con el monumento dedicado a los Juegos Olímpicos del 68, conjunto escultórico abstracto. Fue realizado en granito blanco, con pebetero y base de cantera. El monumento consiste en un estilizado remate vegetal, cuyas puntas se transforman en palomas que emprenden el vuelo hacia los cinco continentes, con su simbólico mensaje de paz universal.
Frente a la Fuente Olímpica, el monumento a la Madre se alza sobre una base cubierta de roca volcánica y consiste en la figura de una robusta madre que cubre y protege a su pequeño hijo. La escultura, inaugurada en 1956, está hecha en bronce y preside la extensa plaza 10 de Mayo, rodeada por árboles y bancas.

lunes, 18 de octubre de 2010

DE CIUDADES MESOAMERICANAS: PALENQUE


Esta antigua ciudad maya se encuentra localizada en medio de la selva chiapaneca. Se cree que fue construida alrededor del año 400 d. C. Su primer gobernante fue Bahlum Kuk I, quien dio origen a la primera dinastía palencana.
Las estructuras de la ciudad que hasta el día de hoy han sido descubiertas son de destacar debido a su valor y complejidad arquitectónica, sobresaliendo el Templo de las Inscripciones, en el cual se halla la cripta funeraria de Pacal el grande. También en esta ciudad se encuentran los templos del León y del Conde, el conjunto de las cruces (formado por el Templo de la cruz, el Templo del sol, y el Templo de la cruz foliada), un palacio y la zona del juego de pelota.
En su época de esplendor, la ciudad contaba con decenas de miles de habitantes, organizados en una pirámide social: en la cima estaban el gobernante y sus familiares más cercanos; después, se encontraban las familias nobles compuestas de sacerdotes, guerreros y escribas; más abajo, artesanos, músicos y ceramistas, y en la base se localizaban los campesinos y esclavos.
Palenque perdió su importancia después del año 800 d. C. y, aunque la ciudad conservó parte de su población, ya no se erigieron nuevos monumentos. Eventualmente, fue abandonada.

domingo, 17 de octubre de 2010

DE MUERTES EXTRAÑAS: NATALIE WOOD


La actriz Natalie Wood es considerada una de las estrellas más importantes del Hollywood de su época: con tan sólo 9 años, participó en El fantasma y la señora Muir y protagonizó Milagro en la calle 34 (ambas de 1947); ella no sólo sobrevivió a la dura transición que supone la adolescencia para los niños actores, sino que su talento resuló ser tal que fue nominada al Oscar en tres ocasiones: por sus papeles en Rebelde sin causa (1955), al lado del extinto James Dean; Esplendor en la hierba (1961), cinta romántica dirigida por el controvertido Elia Kazan; y Amores con un extraño (1963), co-protagonizada por el popular Steve McQueen. Además, dentro de su filmografía aparece un musical muy exitoso: West side story (1961), filme ganador de diez Oscar, entre ellos, el de mejor película. Su carrera era el sueño de toda estrella: popularidad y talento.
No obstante, su vida personal distaba de este idilio con el cine: Wood estuvo casada en dos ocasiones con el actor Robert Wagner (1957-1962 y 1972-1981, año en que murió la actriz). La relación entre ambos era de amor-odio, lo que representó la comidilla de la prensa, aspecto que dificultaba más la ya difícil relación de la pareja.
El 29 de noviembre de 1981, el matrimonio decidió pasar el fin de semana en la isla de Catalina en California, por lo que viajaron en su yate Splendour (nombrado así en honor a la película protagonizada por Wood). Invitaron al actor Cristopher Walken (co-protagonista de la que sería la útima cinta de la actriz: Brainstorm), de quien se dice Natalie estaba enamorada. Los tres, después de cenar en un restaurante, se dirigieron al yate para pasar allí la noche. Los dos actores se dedicaron a beber mientras que la actriz se retiró a su camarote. Horas más tarde, Wagner se dio cuenta de que ni su esposa ni el bote salvavidas se encontraban en el yate, por lo que supuso que había salido a tomar un paseo.
Al día siguiente, el cuerpo de Natalie Wood se encontró flotando en las aguas del Pacífico; había muerto ahogada. Únicamente traía puesto un camisón.
La versión oficial es que la actriz de 43 años se despertó durante la noche, caminó a cubierta y, al ver que el bote salvavidas se había desatado durante la noche, intentó volver a anudarlo, sólo que resbaló y cayó al mar. Sin embargo, esta teoría contrasta con un aspecto fundamental del carácter de Natalie: ella padecía pánico al agua. Si su fobia era tan grande como lo afirman sus familiares, hubiera sido lógico que llamara a alguien para realizar esta labor. Además, queda la duda de por qué Wagner esperó hasta las cinco de la mañana para reportar la desaparición de su esposa.
Lo cierto es que a casi tres décadas de su muerte, esta muerte no se ha olvidado: el año pasado, el capitán del yate, Dennis Davern, escribió junto a su amigo Marti Rulli el libro Goodbye Natalie, Goodbye Splendour, en donde revela que el matrimonio protagonizó una fuerte pelea en su camarote que después continuó en la cubierta.
A principios de este año, Lana Wood, hermana de la actriz, pidió que se reabra el caso. Tal vez el misterio llegue a aclararse.

sábado, 16 de octubre de 2010

MIS CUENTOS FAVORITOS (III)

LAS FUENTES DEL VACÍO

Pedro Zarraluki
o
¡Que el ave negra y codiciosa extienda sus
alas sobre mí!
¡Que me ahogue esta bestia, que el huracán
arrastre mis ignorados despojos, y el aire se lleve
mi nombre y mi memoria!
LEOPARDI

¿Qué es el horror? Para muchos esta pregunta será tan solo un juego literario, pero lo será porque no se han detenido a considerarla con la debida atención. ¿Qué es exactamente el horror? ¿Se podría decir con mi maestro que es la desesperación llevada al límite, o caeríamos con ellos en la trampa de la filosofía? De una cosa estoy seguro: el horror no nace del temor a la muerte, o cuando menos no puede formularse de esta manera. Si su causa fuera nuestro paso al más allá, su gestación podría situarse en el temor a la agonía. Y, sin embargo, tampoco es el miedo a vernos agónicos lo que nos causa el horror… No me resulta fácil expresarme. Sin duda serán muchos los que clamen al cielo contra las páginas que voy a escribir, pero la verdad es que no intento tranquilizar a nadie. Tampoco sería capaz, como podrá apreciar el lector menos avispado. Gracias a esto, mi situación es la idónea para abordar ciertos temas que el resto de la gente parece decidida a rehuir. Tanto es así que mi pensamiento está posiblemente censurado, y sin duda nadie lo tomará en consideración como no sea para equipararlo a esos relatos llenos de espectros y de sombras. Pero lo que voy a narrar no guarda relación con los delirios de ensueño, sino con el líquido viscoso que circula en el interior de nuestras venas.
Mi maestro no creía en los espíritus, y consideraba esta incredulidad el primer peldaño para ascender a las cimas del horror. Según el viejo profesor, solo podía acariciar el verdadero pánico el que tuviera la lucidez suficiente para saber que ese monstruo goyesco, cartilaginoso y obsceno instalado a los pies de su cama era una concreción aleatoria de su pensamiento. En esto consistió nuestra primera lección, pero no quiero adelantar acontecimientos. Tampoco quiero salir en defensa del viejo profesor, pues sé bien que de hacerlo sería censurado con mayor rigor si cabe. En este momento en que la libertad me muestra su faz estremecedora, solo quiero dejar constancia de algo indiscutible: las consecuencias de su discurso fueron terribles y de sobra conocidas, pero esto no pone en duda la coherencia de su pensamiento.
Mi maestro fue un hombre que se entregó al estudio casi con voracidad y sin ninguna ilusión, como podrán atestiguar los muchos alumnos que pasaron por su cátedra. Sus lecciones se hicieron famosas por la grandeza de su mensaje, bello y desesperado, y porque era un orador excelente. Nunca se atuvo al programa oficial, y durante veinte años tituló Las fuentes del vacío a su personal interpretación de la filosofía. Hace siete inviernos, inmediatamente después de las vacaciones de Navidad, el anciano profesor anunció que iba a dar un cursillo especial sobre la malignidad de la sabiduría. Llamó a aquel improvisado seminario Kierkegaard y Conrad: el descubrimiento del horror, y fue tal la afluencia de oyentes que tuvo que instalarse en el aula magna. Fue un invierno duro, el más duro que recuerdo, y por la mañana la universidad aparecía inmersa en una bruma densa y fría. Los días de lluvia todo se cubría con una capa quebradiza de agua casi helada, y era como si el mundo hubiera perdido para siempre su calor. A pesar de ello —y quizá para librarse de todo oyente que no fuera realmente empecinado—, mi maestro convocó el cursillo a las ocho de la mañana.
Intentaré recordar aquel curso para salvar lo poco que queda del trabajo de toda una vida dedicada a desenmascarar la angustia. Por otro lado, soy consciente de que es imposible rememorar un discurso como el del profesor, lleno por igual de cabos sueltos, de citas incongruentes y de interrogantes descorazonadores. Su procedimiento dubitativo y caótico acabó, sin embargo, por ser del todo implacable, aunque tan terrible como la disolución en la locura. Esta última impresión es la que el mundo —espantado por el vértigo del horror— conservará de mi maestro. Los hombres no pueden admitir el insulto de la más extrema lucidez, y por ello el anciano profesor pasará a la historia como alguien que no supo encontrar un buen asidero para su cordura: ¡Pero mi profesor era un hombre sobrado de razones y de argumentos para defender que la maldad nace del corazón del hombre, y que los monstruos rebosan de su inteligencia!
El día de la primera lección soplaba un viento helado que resonaba en el interior del aula magna. No había amanecido aún, y en el gran recinto solo se oían algunas toses aisladas. Las luces mortecinas llenaban de tristeza el ambiente, y las altas ventanas de medio punto parecían las bocas de pozos insondables. Alicia, sentada a mi lado, me contemplaba con ojos melancólicos y bostezaba procurando no hacer ruido. Para ella, ni la vida ni el pensamiento daban comienzo hasta que en el horizonte aparecía el sol. Era incapaz de entender que la inteligencia, cuanto más profundo, más se interna en el reino de las sombras.
El viejo profesor entró en el aula, y siguiendo su inveterada costumbre cerró con llave la gran puerta de roble para que nadie pudiera molestarle hasta que la clase hubiera concluido. Luego descendió al estrado por un pasillo lateral, y sin alzar la vista del suelo se situó tras la vetusta mesa de conferencias. Entretuvo un buen rato en acomodarse en la butaca, siempre con la mirada perdida en la superficie erosionada de la mesa. Por fin, encendió la lamparita de pantalla con un dedo tembloroso, y entregó a su auditorio unas pupilas llenas de indeferencia.
—Debo iniciar este curso con una advertencia —dijo con voz quebrada pero poderosa—. Ya que no detuve mi vida en la juventud como mandan los cánones clásicos, me hubiera gustado aparecer ante ustedes tal como lo hacía el voluble Alaeddin: precedido por un lictor que, agitando un hacha con el mango erizado de puñales, gritaba sin descanso: «¡Atrás, atrás! ¡Huid todos del que lleva en sus manos la muerte de los reyes!»
Se oyó una risita en algún lugar de las últimas filas. El profesor había enmudecido, y nos contemplaba con la mirada errabunda con que se contempla un paisaje. El viento bramaba con tal fuerza en el exterior que parecía que se nos fueran a volar los papeles, pero en el aula la atmósfera estaba casi inmóvil. Alicia me dirigió una breve sonrisa, y luego se echó aliento en los dedos para darles calor. Entonces mi maestro dio comienzo a la exposición descarnada de su pensamiento, y lo hizo con unas palabras que nunca olvidaré:
—Señores: Kierkegaard asentó el supuesto evidente de que la desesperación resulta inevitable para el mortal capaz de concebir el infinito. Voy a dedicar el curso que ahora comienza a exponer las razones por las que me adhiero a esta especie de pesimismo cronológico, pero no me tomaría la molestia de hacerlo si no estuviera dispuesto a tratar el tema in extremis. Cincuenta años después de la muerte de Kierkegaard, el novelista Joseph Conrad encontró la palabra para nominar el extremo intolerable de la desesperación: el horror. Pero Conrad nos llevó a la selva impenetrable para conseguirlo, y nosotros no vamos a salir de esta aula. ¿Qué es el horror?
Con estas palabras inauguró mi maestro el que iba a ser su último curso. Confesaré en este punto que yo era uno de sus buenos alumnos, y que él me conocía sobradamente. Mi devoción por sus teorías era un poco pueril en el sentido estricto del término, pero a medida que han pasado los años estas teorías no han hecho sino sentarse en mi entendimiento con una fuerza cada vez mayor y más estable. Con él aprendí que un hombre se acerca tanto más a la verdad cuanto más se deja de llevar por la duda y por la tristeza. El destino del Coloso de Rodas estaba escrito en su inmutable gesto descomunal: se mantuvo en pie tan solo sesenta años.
Aquel primer día el profesor intentó demostrar que la angustia era una creación del alma, y que esta creación incluía el motivo que la causaba. Para él era muy importante que entendiéramos la angustia como una visión devastadora que conjugaba la inestabilidad y el ímpetu necesarios para situarnos en el ojo del ciclón, en donde todo nace y en donde sin embargo no hay nada. El motivo de la angustia, fuera real o ficticio, era tan solo la excusa para provocar en nuestro interior una súbita y brutal ausencia, y para hundirnos en una implosión en la que podíamos contemplar lo único verdaderamente espantoso: el vacío. No debía, pues, considerarse la angustia como la respuesta a un estímulo, sino como el deseo de la razón de contemplar su propia disolución ancestral.
—Abbas II, sha de Persia, abrasó en una hoguera a todas las mujeres de su serrallo porque en una embriaguez le habían dejado solo. Con ello dio al horror una escenografía bastante aceptable como para que podamos entenderlo. Ya veremos si alcanzó así tan solo la cima de la crueldad, o si en la cima había también un miedo insoportable a algo. De momento, lo único que debemos preguntarnos es si nosotros haríamos lo mismo si fuéramos como él ilimitadamente libres, ilimitadamente poderosos, pero tan mortales como el leproso más purulento y despreciable de su reino.
Alicia salió del aula con un malhumor que yo entendía bien aunque no lo compartiera. Para mí, la desesperanza del viejo profesor era una consecuencia inevitable del pensamiento comprometido. Alicia opinaba, por el contrario, que el camino hacia nuestro interior era el camino hacia la única alegría posible. Para ella —y en eso coincidía con Julios Bahnsen, adalid del pesimismo y defensor de la ilógica absoluta—, el universo estaba entregado a una especie de caos elemental sin el que la complejidad sería inconcebible. Pero eso era para Alicia motivo de regocijo, pues el hombre había sido capaz de dar nombre a todas las cosas, y había sido capaz de descomponer el arco iris y de intentar una armonía para el ruido.
—Está emponzoñado —dijo Alicia en la cafetería de la facultad—. Si algo me da miedo de verdad es lo que oculta en su cerebro. Estoy segura de que sería capaz de cualquier atrocidad con tal de cubrirlo todo con un manto negro y polvoriento.
Tomábamos café sentados junto a una de las ventanas. Pasé una mano por el cristal para desempañarlo. Aunque en la cafetería hacía calor, el cristal estaba frío como el hielo. Puse mi palma helada en la mejilla de Alicia, y Alicia tuvo un escalofrío pero no se apartó. Me miró con sus ojos serenos. La mirada de Alicia, tan brutalmente llena, me producía una especie de tortura metafísica. Ella decía que sus ojos habían pertenecido a una prostituta griega, y más antiguamente a una niña que tiritaba de frío en el fondo de una cueva. Pero aquella breve y romántica historia de su mirada no se atrevía a retroceder más, mucho más en el tiempo, hasta llegar al monstruo ciego, ni hablaba de la descomposición de los órganos muertos. En aquellos días se me hacía intolerable pensar que las pupilas de Alicia debían anegarse en el barro de la putrefacción. Pero Alicia no podía entender mi sufrimiento. A veces se burlaba diciendo que, al revés que Pigmalión, yo hubiera pedido a Afrodita que convirtiera a mi amada en una estatua de mármol.
Fue entonces cuando sonó un alarido largo como el desgarro de una sábana. En la cafetería todos callaron, pero en un primer momento sólo yo salí corriendo al pasillo. El que gritaba era un compañero de curso al que no conocía, y que me había llamado la atención por la extremada palidez de su piel y porque nunca había despegado los labios. Tenía la espalda apoyada en la pared, y el rostro desencajado por un pavor sin límites y sin causas aparentes. Me puse delante de él, pero sus ojos vagaban sin verme y de su boca brotaba un gemido apagado. Quise cogerle por los hombros. En ese momento se desplomó con un largo estertor, y quedó tendido en el suelo braceando entre violentas convulsiones. No supe qué hacer. Miré hacia la gente que nos rodeaba, y entonces vi que el viejo profesor estaba a mi lado. No se molestaba en ocultar el placer con que estudiaba el ataque de su alumno.
—La epilepsia es un estado muy interesante —me dijo sin dejar de mirarlo—. Durante el acceso epiléptico el cerebro trabaja mucho más que en la vigilia, por supuesto, pero más también de lo que trabaja durante el sueño. El epiléptico se acelera hasta un punto que usted o yo nunca conoceremos. Me gustaría saber qué es lo que ha visto ese muchacho para sentir tanta angustia… Es posible que sea el único que haya empezado a entender mis palabras.
Alicia… Alicia. ¿Por qué fuiste siempre incapaz de entendernos? ¿Por qué fuiste siempre tan desordenada y tan… poco consistente? No quiero interrumpir la narración, pero necesito que sepas que ya en aquellos días odiaba tus juegos de palabras, y odiaba el extraño placer que encontrabas en las paradojas. No podía soportar que la intensidad de tu mirada no escondiera ninguna grandeza. Eras tan infiel a todo que volvías siempre a ti misma con la risa insoportable de la adolescente que corre a ocultarse en su dormitorio, y sin embargo tus pupilas, como un remanso inalterable, me llevaban a pensar que eras hija de la Esfinge. ¡Qué engaño tan lamentable! ¡Solo tenías en común con la Esfinge el gusto por las adivinanzas!
En la segunda conferencia, el viejo profesor se instaló en su butaca, hundió la cara en sus manos y permaneció largo rato inmóvil. Sentado en la primera fila, el epiléptico temblaba de forma casi imperceptible. Llovía a cántaros, y había numerosas bajas entre los oyentes. Alicia, a mi lado, canturreaba con evidente ánimo provocativo mientras hojeaba una revista. El profesor posó en ella una mirada sombría, y yo me apresuré a hacerla callar. Por encima de nosotros, por encima del edificio y por encima del viento, los truenos bramaban entre un oleaje de nubes densas y oscuras que hacían imposible el amanecer. Aquel día no habría otra luz que el fulgor efímero de los rayos. Hasta el viejo profesor parecía herido por el frío.
—Para Platón, uno de los filósofos que más han errado, los cielos eran la imagen cambiante de la eternidad. Él aún creía en el tiempo cíclico, y por lo tanto en el eterno retorno. Fue el cristianismo, que por la crucifixión de su profeta necesitaba establecer acontecimientos históricos únicos, el que introdujo la noción de tiempo lineal. Al hacerlo, se vio obligado a darle un principio y un final: la Creación y el Apocalipsis. Solo en el siglo pasado, con el perfeccionamiento del reloj, se llegó a entender el Tiempo como lo que realmente es: como una entidad abstracta o, lo que viene a ser lo mismo, como un monstruo de la razón.
Mi maestro apagó las luces y puso en marcha un proyector. A partir de ese momento habló desde la sombra, desde el frío inmenso de la oscuridad, mientras a su lado aparecían imágenes que me sumieron en un profundo malestar. La lluvia producía un estruendo apagado al otro lado de los cristales. Vimos un vientre abierto, buitres devorando carroña, un anciano que mostraba sus manos deformadas por la artritis. El pensamiento se hizo a la vez inútil y necesario al idear el Tiempo, pues desde entonces no consigue llegar jamás al lugar que se ha propuesto, pero tampoco puede dejar de avanzar incesantemente. Vimos una fosa en la que se hacinaban cadáveres desnudos, una máscara de madera adornada con dientes y con cabellos, un grupo de jóvenes orientales que nos miraban riendo y señalaban el suelo, en donde había el cuerpo de un hombre decapitado. No hay escapatoria porque nunca tendremos tanto tiempo como el Tiempo para huir de él, y tampoco podremos diluirnos de nuevo en las fuerzas ciegas, ese Todo inmóvil del que no debimos salir. Vimos el rostro de una anciana consumido por el llanto, un cúmulo de fetos amontonados con los ojos saltones como peces, un hombre joven que con una mano sostenía por el cuello el cadáver de una muchacha, mientras introducía la otra mano en el cuerpo de ella a través de su esternón desgarrado. No es el miedo a la muerte lo que nos causa el horror. Tampoco es el miedo a la locura, pues la locura no nos altera en nada realmente sustancial. El horror nace del miedo a un deseo inconfesable: el de volver a esa bestialidad sin culpas de la que nos arrancaron los monstruos de la razón.
¿Por qué llorabas, Alicia? ¿Por qué te indignabas con mi maestro? Ya ves que el viejo profesor no estaba descaminado, y que si pecaba de algo era de una absurda benevolencia. Se mostró tan magnánimo con nosotros que a veces me tienta pensar que aquel curso fue solo el último capricho de un anciano. Pero no quiero criticarle, y no voy a hacerlo aunque en este momento me sienta superior a él. Debo considerar que tenía razón en lo fundamental. No es el miedo a la muerte y tampoco es el miedo a la locura. El horror es un pozo sin fondo abierto en nuestro pecho. Algo que tú no podías entender, Alicia. No podías entenderlo porque odiabas la grandeza de lo insondable. Por eso te identificabas con el lobo del que nos habló el profesor en la última conferencia. No querías venir. Tuve que llevarte un gran tazón de café a la cama para que me acompañaras a aquel día inolvidable. Caía una lluvia de agujas, y la niebla era tan densa que los edificios de la universidad parecían navegar sin rumbo por un mar inmóvil. La noche era una losa inamovible, y el frío se deslizaba como un reptil por el interior de nuestra ropa. Pero conseguí que me acompañaras y creo que hice bien, pues de otra manera nunca hubieras llegado a sospechar mi espantoso tormento.
El epiléptico estaba más pálido y trémulo que nunca. Mi maestro entró en el aula y cerró con llave la puerta. Luego subió al estrado, y ante el asombro de todos se arremangó el abrigo y procedió a anudarse una cuerda en el antebrazo. La apretó con fuerza ayudándose con los dientes. A mi lado, tiritabas en tu butaca, queridísima Alicia. El profesor tomó asiento y abrió el cajón de su mesa.
—Se dice que Petronio, del Petronio latino y no del obispo de Bolonia, que se abrió las venas y luego se vendó la herida para poder elegir el momento exacto de su muerte. Es una anécdota que siempre me ha gustado, y además es lo bastante práctica como para que en este momento me atreva a remedarla.
El viejo profesor extendió el brazo sobre la mesa, y sacó del cajón un hacha pequeña. Se le escapó un gemido, pero alzó el hacha con decisión y la dejó caer con un gesto de rabia. Sonó un levísimo chasquido que se confundió con el golpe que hizo la hoja al clavarse en la madera. Noté los dedos de Alicia que se hundían en mi costado, y creo que el aula se llenó de gritos. Pero yo no podía apartar la mirada de los ojos de mi maestro, que nos contemplaban con una indolencia en la que se adivinaba un asomo de ardor. No es el miedo a la muerte, pero tampoco es el miedo a la locura. El epiléptico se había encogido sobre el vientre y se tambaleaba, boqueando. Con la mano que le quedaba, el profesor apartó el miembro amputado con un gesto de asco, y luego se contempló la herida. Entonces quiso reanudar la clase, aunque temblaba violentamente y sus alumnos se hacinaban ante la puerta cerrada. Se hacinaban ante la puerta, pero no los movía el miedo a la muerte ni el miedo a la locura…
—Hay un poema de Vigny que se llama La muerte del lobo. Un cazador nos cuenta cómo persiguió a su presa, y cómo luchó el lobo por huir y con qué fiereza se volvió contra los perros que le acosaban. Pero llegado el momento final, acorralado y sin fuerzas, el lobo había muerto con los ojos muy abiertos y sin soltar un gemido. Gemir, llorar, rezar, todo el igualmente cobarde. Cumple con energía tu larga y pesada tarea en la vida que la suerte te ha deparado, y después, tal como yo hago, sufre y muere sin abrir los labios.
Alicia se había levantado y me tiraba del brazo. El profesor volvió a mirarse la herida, pues a pesar del torniquete su sangre se derramaba por la mesa. El epiléptico cayó al suelo con estruendo. Se llevó las manos a la boca y empezó a golpear su frente contra las baldosas. Alicia me tiraba del brazo y gritaba junto a mi oído. ¡Pobre, pobre Alicia! ¡Solo quería huir! ¡Qué idea tan mediocre tenía del alma del hombre! Mi maestro quitó la sangre de la mesa con gesto de fastidio, y luego clavó en mí sus pupilas encendidas. Sólo yo permanecía sentado. En el fondo del aula resonaban los golpes con que intentaban derribar la puerta, y se oían voces airadas, y la pobre Alicia me tiraba del brazo y gritaba sin parar. Berreaba como si la estuvieran degollando, mientras yo veía cómo entraba poco a poco el infinito en los ojos de m maestro. ¡Pobre, pobre Alicia, obstinada en conservar la vida a su lado! ¡Pobre Alicia, que no supo verse a sí misma como una contradicción llena de turbulencias! Sus gritos se hicieron cada vez más insoportables. El epiléptico pateaba clavado al suelo. Y entonces el profesor tuvo un ligero vahído, y comprendí que se asustaba. No pudo esperar más. Sin apartar sus ojos de los míos tiró con fuerza del torniquete, y su corazón comenzó a bombear sangre por la herida, y era tanto su flujo que pensé que el mundo se iba a desangrar a través de su brazo. Pero en ese momento las puertas del aula sucumbieron con un espantoso crujido, y todos huyeron con el atropello del ganado espantado, y Alicia y yo también salimos de allí y corrimos, corrimos sin parar entre la gente asustada, y corrimos después por los pasillos vacíos hasta caer agotados ante un ventanal desde el que se veía, como un navajazo horizontal, la línea ardiente del amanecer.
¡Qué gran oportunidad perdió mi maestro! Bien es verdad que he tenido que esperar algunos años, pero por fin he asimilado aquella lección que no pudo acabar, y he comprendido también su última debilidad. A él le bastó con suicidarse, pero un hombre debe arrastrar en su retirada al mundo al que pertenece. Sardanápalo, el gran rey de Asiria, hizo matar a sus mujeres, a sus hijos, a sus animales y esclavos antes de suicidarse, y ordenó quemar su palacio de Nínive para que todo muriera con él, incluso el paso del tiempo y la inercia de la memoria. Yo no podía soportar más la desesperación, pero tampoco podía tolerar que mi angustia renaciera en corazones que dependían de mí. Eso es lo que nunca pudiste entender, Alicia, porque eras ciertamente como el lobo del poema. Por eso has luchado con arrogancia contra mi terrible designio, convencida quizá de que podías hacer algo por conservar las vidas de nuestros hijos. Y porque eras como el lobo has aceptado tu derrota ojos cansados, y has encorvado el testuz con la dignidad absorta de las fieras. Ahora voy a dejar de escribir porque no soporto la visión de vuestros cuerpos desmadejados. Mi pequeño Alberto ha tenido la desgracia de perder el rostro, pero la dulce, la dulce y traviesa Elena tiene clavados en mí unos ojos vertiginosamente vacíos. Esa es la mirada que nos causa horror, y en el fondo es una mirada sencilla. Ha llegado el momento de que yo también contemple la nada. Dentro de un instante mis pupilas se ausentarán, asombradas por haber sufrido el destello absurdo de la vida.
Que nadie se acerque a mí.