jueves, 10 de junio de 2010

DESTRUYENDO INFANCIAS DE DISNEY: EL MITO DE HERACLES O HÉRCULES


Me resulta increíble ver cómo las nuevas generaciones han distorsionado por completo el mito de Hércules debido a la película de Disney. Voy a ser muy claro: ese mal filme no se parece en nada al mito original. Hades es el dios del inframundo (no del infierno) y no es malo; Zeus no es una perita en dulce; y quien trató de matar a Hércules en más de una ocasión fue Hera, la esposa-hermana de Zeus.
En la mitología grecorromana, todos los dioses son un reflejo de la humanidad, pues tienen vicios, virtudes y pasiones; buscan sólo el placer (a eso se le llama hedonismo); se divierten de vez en cuando con los humanos, haciéndoles pasar un mal rato, y son rencorosos y vengativos.
Lo mejor será que cuente el mito de Heracles (nombre griego de este semidios) o Hércules (nombre romano), tal y como nos lo heredaron los griegos: el dios Zeus se obsesionó con una humana, Alcmena. Mientras el esposo de ésta, Anfitrión de Tebas, se disponía a regresar junto a su mujer después de muchos años de guerra contra Atenas, Zeus aprovechó la oportunidad para tomar la apariencia del rey y yacer junto a su esposa. De esta unión nació Heracles.
Como a Zeus le gustaba jactarse de sus aventuras con humanas, Hera se enteró rapidamente del embarazo de Alcmena. Disfrazada de humana, retrasó el parto lo más que pudo hasta que fue descubierta. Preocupado por los celos de su mujer y el odio que proyectaba contra el niño, Zeus se encargó que el infante recibiera el nombre de Heracles (que significa "gloria de Hera"); con esto, esperaba aplacar la ira de su esposa, algo que no sucedió.
Tiempo después, Zeus (otras versiones dicen que fue Hermes) logró engañar a Hera para que amamantara a Heracles, pero el niño había desarrollado ya mucha fuerza y mordió uno de los pezones de la diosa con tal violencia que un chorro de leche formó la mancha que cruza el espacio (de ahí el nombre “vía láctea”).
Este episodio enfureció a tal grado a la diosa, que al poco tiempo mandó a dos serpientes para que asesinaran al niño. Heracles, con un año ya cumplido, estranguló a las serpientes, una con cada mano, sin encontrar mucha resistencia debido a su tremenda fuerza.
Heracles creció, pero la vida de hijo de reyes no era lo suyo. Intentaron cultivarlo en las artes, pero era un estudiante indisciplinado; su maestro de música, Lino, lo regañaba constantemente, por lo que un día Heracles lo golpeó con una lira y lo mató. Aunque Heracles fue declarado inocente (bajo el argumento del derecho de matar al adversario en legítima defensa), a Anfitrión le preocupaba que el joven fuera víctima de más ataques de ira, por lo que lo mandó al campo.
Heracles se encargó de los rebaños de Anfitrión y conoció a un boyero escita llamado Téutaro, quien lo educó en el arte de manejar el arco. Gracias a esto, el joven semidiós se hizo de un nombre, pues realizó grandes hazañas, entre ellas dar caza al león de Citerón, que mataba a los rebaños de la región. Cuando regresaba de esta proeza, Heracles se topó con los emisarios del rey Ergino de Orcómeno, quien exigía un tributo a todos los tebanos. Heracles les cortó la nariz y las orejas a los emisarios y mandó decir al rey que eso sería todo el tributo que recibiría de él.
El rey tebano Creonte recompensó a Heracles dándole la mano de su hija Mégara. El joven aceptó gustoso y tuvo varios hijos con ella (existen diversas versiones acerca del número de hijos). Hera por fin encontraba terreno fértil para vengar las infidelidades de su marido: provocó un ataque de locura al héroe y éste mató a sus propios hijos (algunas versiones dicen que también a Mégara).
Para pagar sus culpas, Heracles acudió a la sibila délfica, quien le ordenó cumplir diez trabajos que dispondría Euristeo, el hombre a quien más odiaba, pues había usurpado su legítimo derecho a la corona. A esos diez trabajos, Euristeo (por consejo de Hera) añadió otros dos, pues consideró que en dos de los anteriores el héroe había hecho trampa, pues recibió ayuda. Esos doce trabajos son los siguientes:
1. Matar al león de Nemea
2. Matar a la Hidra del lago de Lerna
3. Alcanzar a la Cierva de Cerinia.
4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
5. Limpiar los establos de Augías.
6. Acabar con los Pájaros del lago Estínfalo.
7. Domar al toro salvaje de Creta.
8. Robar las yeguas del rey Diomedes de Tracia.
9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita.
10. Matar a Gerión y robarle sus rebaños.
11. Robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.
12. Ir a buscar a Cerbero, a los Infiernos, y llevarlo a Euristeo.

Tiempo después, como castigo por un asesinato, Heracles se convirtió en esclavo de la reina Ónfale. El semidiós fue obligado a realizar las tareas de mujeres, pero pasado un tiempo la reina se prendó de él y se casaron. No se menciona en versión alguna si Heracles la abandonó o ella murió.
Después de participar en varias aventuras (entre ellas, formar parte de los argonautas), Heracles conoció a quien sería su última esposa, Deyanira. Al poco tiempo de haber celebrado su boda, la pareja tuvo que cruzar un río, por lo que el centauro Neso se ofreció a ayudar a Deyanira; pero una vez que estuvieron del otro lado, Neso intentó violarla. Heracles, enfurecido, desde el otro extremo, sacó su arco y una flecha envenenada con la sangre de la Hidra y mató al centauro. Mientras el héroe cruzaba el río para reunirse de nuevo con su esposa, Neso agonizaba. Lo último que hizo el centauro antes de morir, fue decirle a Deyanira que le quitara un trozo de piel y que si algún día Heracles le era infiel, ella debería tejerle una vestimenta con dicho trozo para garantizar que el semidiós continuara a su lado.
Tiempo después, al ver que Heracles fijaba su atención en otra mujer, Deyanira hizo lo que el centauro le había recomendado, sin tomar en cuenta que la piel de Neso estaba salpicada por la sangre de la hidra. Al vestirse Heracles, comenzó su agonía: la vestimenta se adhería a su piel de forma dolorosa, matándolo lentamente; cuanto más intentaba arrancársela, peor era el dolor. Deyanira, horrorizada, se suicidó.
Finalmente, Heracles, acompañado por Filoctetes, encendió una pira y se arrojó a ella. Su parte mortal pereció, pero su parte inmortal (por ser hijo de un dios) le permitió ascender al cielo y hacer finalmente las paces con Hera.