domingo, 5 de diciembre de 2010

MAESTROS DEL CINE DE TERROR: JOHN CARPENTER (1948- )


Director estadounidense. A la edad de ocho años realiza sus primeras películas con cámaras  super 8. Antes de matricularse en la Universidad del Sur de California, Carpenter publica su propia revista, la Fantastic Film Illustrated.  A los 22 años recibe su hasta ahora único Oscar por el cortometraje Bronco Billy: resurrection.
En 1973, Carpenter filma su primer largometraje, Dark Star, un filme atípico que combina la ciencia ficción cpn la comedia. En él, unos astronautas tienen la misión de volar un planeta inestable, pero la situación se complica cuando la bomba destinada a llevar a cabo el trabajo comienza a preguntarse por el sentido de la vida.
A este filme sigue el éxito de taquilla Asalto al precinto 13 (1976), violenta cinta de ambiente carcelario inluenciada por el western Río bravo (1959), de Howard Hawks. Policías y delincuentes deben unir un fuerzas para sobrevivir la noche en un precinto completamente rodeado por matones. Asalto... destaca por el cuidado en la construcción de personajes y la atmósfera opresiva que domina el filme. Además, muestra una característica típica de las cintas de Carpenter: el antihéroe carismático y sociópata.
Pero sería hasta dos años después cando Carpenter se catapultara como director de culto, gracias al estreno de Halloween (1978), película que inaugura oficialmente el popular género de los slasher films. La historia gira en torno a la persecusión que el asesino serial Michael Myers (uno de los personajes más populares de este género) realiza para poder atrapar y dar muerte a su hermana Laurie Strode, encarnada por una joven Jamie Lee Curtis (hija de Janet Leigh, la famosa protagonista de la escena de la ducha en Psicosis). La cinta representó un gran éxito.


La niebla (1980) es otro filme de culto protagonizado también por Jamie Lee Curtis. La película nos muestra la terrible venganza que unos fantasmas llevan a cabo en contra de una población a causa de los pecados cometidos por sus habitantes un siglo atrás. Los espíritus se ocultan tras la niebla que poco a poco se esparce por todo el pueblo. Este es uno de los mayores méritos de la cinta, pues mantiene el suspenso al no mostrarnos durante la mayor parte del filme lo que se esconde detrás de la niebla.
En 1981, Carpenter vuelve al terreno de la ciencia ficción con Escape de Nueva York, protagonizada por uno de sus actores fetiches, Kurt Russell, con quien había trabajado dos años antes en una biopic televisiva acerca de Elvis Presley. La influencia que el género western ejerce sobre la filmografía de Carpenter resulta tan evidente en este filme como en Asalto al precinto 13. Russell interpreta a "Snake" Plissken, un peligroso convicto quien, a cambio de su libertad, llevará a cabo una peligrosa misión: salvar al presidente de los Estados Unidos cuyo avión se estrelló en la ciudad de Nueva York, lugar que funge en este filme futurista como prisión amurallada.
Posteriormente, Carpenter filmaría el remake La cosa (1982), una de sus mejores películas. El filme se sitúa en una estación experimental de la Antártida, donde un grupo de investigadores descubre una criatura extraterrestre que estuvo congelada durante miles de años y que es capaz de mimetizar a cualquier ser vivo.
La atmósfera opresiva y la conducta paranoica de los personajes ante la posibilidad de que cualquiera de sus compañeros sea el ente mimetizado, son los dos puntos más favorables de la cinta, cuyas similitudes con el filme de Ridley Scott, Alien (1979), son evidentes, pero en ningún momento causan merma en el producto final que Carpenter entrega.


Lamentablemente, el público de esa época no apreció el trabajo de Carpenter. Además, ese mismo año Steven Spielberg presentó su cursi E. T. (1982), provocando mayor rechazo por La cosa (que eventualmente ha ido recuperando terreno hasta convertirse en un filme de culto). Esto influenció en parte para que Carpenter filmara El hombre de las estrellas (1984), cinta con una visión más amable de los habitantes de otro mundo. Un año antes, Carpenter había rodado la adaptación del relato de Stephen King, Christine (1983), donde un automóvil Plymouth Fury de 1958 cobra vida y mata a quien se interponga en el camino de su dueño.
Después del éxito que representó El hombre de las estrellas, Carpenter experimentó con la comedia fantástica de artes marciales Rescate en el barrio chino (1986), protagonizada una vez más por Kurt Russell; el resultado fue desastroso, tanto para la crítica como para la audiencia.
Después de este fracaso, el director nativo de Nueva York volvería en forma con dos proyectos importantes: El príncipe de las tinieblas (1987) y Están vivos (1988). En el primero se aprecia una importante influencia de los textos de H. P. Lovecraft. Se trata de un estudio del mal, en donde un sacerdote trata de comprobar la existencia de éste a través de métodos científicos, lo que traerá consecuencias terribles. Este filme, junto a La cosa y En la boca del terror (1995) conforman la trilogía del Apocalipsis.
Están vivos, por otra parte, recurre a la premisa de la invasión extraterrestre, pero desde un ángulo distinto. En el filme se asegura que los alienígenas ya se encuentran en la Tierra desde hace mucho tiempo, disfrazados de humanos. Ellos nos dominan a través del control que ejercen en los ámbitos político, económico y mediático (mensajes subliminales que se encuentran en revistas y letreros que el protagonista observa a través de las gafas especiales que permiten ver lo que acontece en realidad). Por eso el filme recibe este título, ya que "ellos viven, nosotros soñamos".


Después de algunos proyectos de poca monta, como la comedia de ciencia ficción con Chevy Chase, Memorias de un hombre invisible (1991) y el decepcionante remake de El pueblo de los malditos (1995), el cual pasaría a la historia del cine sólo por ser el último proyecto que Cristopher Reeve filmaría antes del accidente ecuestre que lo dejaría cuadrapléjico, Carpenter realiza lo que para mí es su mejor película: En la boca del terror.
Sutter Cane, un escritor de novelas de terror cuyo éxito no tiene comparación, desaparece antes de entregar a su editor su último proyecto. John (Sam Neill) es contratado para encontrar al autor, pero él duda de la autenticidad de su misión, pues cree que se trata de una estrategia publicitaria. No obstante, acepta el trabajo y termina en un pueblo surgido de la imaginación del escritor y habitado por sus criaturas. Las referencias lovecrianas aquí son más que evidentes, tanto en el desarrollo de la trama como en el diseño de las criaturas. Las crítica en su momento calificó a éste como un "filme de terror intelectual".


Un año después, Carpenter volvería a trabajar con Russell en la secuela de su filme de 1981. El nuevo proyecto se tituló: Escape de Los Ángeles (1996). El resultado fue terrible; se podría decir que se trataba de una parodia del primer filme.
Pero Carpenter volvería a los primeros planos del cine de terror con Vampiros (1998), un filme protagonizado por James Woods. Esta mezcla de cine de terror con western sería muy efectiva gracias al guión de Don Jakoby, pero también al oficio actoral de Woods, quien convierte a su cazador de vampiros, Jack Crow, en uno de los antihéroes más carismáticos del cine de Carpenter.
Tres años después, el director trataría de repetir la fórmula con Fantasmas de Marte (2001), una extraña mezcla de terror, ciencia ficción y western (con referencias a Asalto al precinto 13)  protagonizada por Natasha Henstridge, Ice Cube y Jason Statham. Desafortunadamente, la cinta decepcionó tanto a la crítica como a los seguidores de Carpenter.
Desde este fracaso, Carpenter no ha vuelto al cine (en parte, por falta de proyectos que resulten de su agrado) pero sí ha trabajado en televisión: dirigió dos episodios de la serie Masters of horror. Se espera que este año estrene The ward.

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