Es irremediable: me había prometido no hablar de esta serie pero cedí a la tentación de finiquitar un ciclo ahora que se ha emitido el episodio final en el canal AXN. Recuerdo hace seis años cuando esta serie apareció en la televisión; en ese momento pensé: "esto es objeto de culto". Y resultó serlo: millones de espectadores observamos semana a semana las desventuras de los sobrevivientes del vuelo 815 en una isla misteriosa donde había un monstruo que derribaba árboles, osos polares corriendo en la selva y una escotilla escondida en la tierra.
La fórmula era sencilla pero eficaz: unos cuantos elementos extraños para amenizar el lugar y poner en peligro a quienes llegaron a él, servían de mera excusa para mostrarnos lo realmente interesante en Lost: sus personajes, seres humanos en toda su complejidad, llenos de virtudes y defectos, inadaptados, infelices, insatisfechos consigo mismos y con el mundo. En la isla, se nos presentaron de un modo, pero en sus vidas anteriores al accidente aéreo se dejaron ver de forma diferente, lo que en más de una ocasión sorprendió a los televidentes cuando tocó el turno de contar la historia de determinado personaje (piénsese en Michael, el afroamericano que en los primeros capítulos parecía ser un padre irresponsable, pero que en los flashbacks era un hombre deseoso de conocer y convivir con su hijo, algo que la madre siempre le negó).
La fórmula era sencilla pero eficaz: unos cuantos elementos extraños para amenizar el lugar y poner en peligro a quienes llegaron a él, servían de mera excusa para mostrarnos lo realmente interesante en Lost: sus personajes, seres humanos en toda su complejidad, llenos de virtudes y defectos, inadaptados, infelices, insatisfechos consigo mismos y con el mundo. En la isla, se nos presentaron de un modo, pero en sus vidas anteriores al accidente aéreo se dejaron ver de forma diferente, lo que en más de una ocasión sorprendió a los televidentes cuando tocó el turno de contar la historia de determinado personaje (piénsese en Michael, el afroamericano que en los primeros capítulos parecía ser un padre irresponsable, pero que en los flashbacks era un hombre deseoso de conocer y convivir con su hijo, algo que la madre siempre le negó).
Allí es donde entra en juego otro de los elementos que permitieron el éxito de Lost: su estructura. En la primera temporada cada capítulo correspondía a dos días en la vida de los personajes. Cada semana la historia seguía a uno de los sobrevivientes en el presente y en el pasado (a través de flashbacks) y se nos mostraban las decisiones que el personaje tuvo que tomar en dos diferentes épocas ante situaciones análogas. Así, acostumbrábamos ver a personas que en el pasado cometieron errores y en la isla tomaron decisiones correctas, pues la isla les enseña que sí pueden existir segundas oportunidades.
Con la segunda temporada, muchas personas se sientieron decepcionadas. Por un lado, algunos esperaban encontrar respuestas a las preguntas planteadas al principio y esto no sucedió; por otra parte, la serie se encaminó más a la ciencia ficción, lo que molestó a varios seguidores. En lo personal, debo admitir que la serie me seguía agradando a pesar de sus cambios. Por supuesto que la segunda temporada era inferior a la primera, pero mantenía un buen nivel. El problema vino con la tercera.
Para la tercera temporada, los productores alargaron la historia, haciéndola más repetitiva y proporcionando datos inútiles (¿a quién le importaba de dónde vino el tatuaje de Jack? ¿Tenían que dedicarle un episodio sólo a eso?). Ante la baja en la audiencia, los productores decidieron cuándo establecer un final y decidieron que sería en la sexta temporada. A partir de esta decisión, la tercera temporada mejoró llegando a un emocionante final de temporada en el que los televidentes nos dimos cuenta en la escena final que lo que habíamos observado durante ese doble capítulo no había sido el típico flashback que caracterizaba a la serie, sino un flashforward (un adelanto en el tiempo) que nos mostraba a algunos de los personajes fuera de la isla.
A partir de esta premisa, la cuarta temporada mejoró de forma considerable haciéndonos caer en el juego de la adivinanza: ¿qué personajes habían logrado salir de la isla y por qué otros no se marcharon? La cuarta temporada nos mostraba lo que pasaría en su último episodio y nos invitaba a verla completa para saber cómo se había llegado hasta este punto.
Para la quinta temporada, la idea principal consistía en ver qué había pasado con las personas que se quedaron en la isla y observar cómo los "seis de oceanic" (así eran conocidos los que lograron salir de la isla) regresaban a ella.
Y en la sexta temporada todo llega a un final. Los productores prometieron dar respuestas a casi todos los enigmas planteados por la serie... y lo cumplieron. La sexta temporada fue emocionante, con varias revelaciones y un manejo de un aparente flashsideway (un vistazo a una realidad alterna en la que el avión jamás se estrelló). Pero cabe preguntarse: ¿este final deja satisfechos a los seguidores? Mi respuesta en lo personal es NO. Hacia el final del quinto año se había comenzado a trabajar una mitología que en nada se parecía a lo tratado en las temporadas anteriores; dicha mitología es la que sirve de base a la sexta y última temporada de Lost. Las explicaciones que da la temporada final no parecen concordar con lo visto en las anteriores temporadas y parece que los escritores deseaban hacer encajar las piezas sueltas como fuera.
Respecto al último episodio de la serie fue lento, muy lento. Hubo pocas acciones. Algunos personajes se mostraron contradictorios sin razón (principalmente Ben). No hubo respuesta para algunos de los enigmas y, además, se generaron nuevas incógnitas que por supuesto no hallaron resolución; en el capítulo anterior se dieron algunas repuestas importantes pero en el episodio final no hubo una sola... un triste desenlace para una serie que arrancó de forma emocionante y fue cayendo poco a poco, a pesar de algunos intentos infructuosos de recuperar su lugar entre las mejores series de televisión de la última década.
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